Archive for the ‘Opinión’ Category

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Lucifer

abril 25, 2011

Regocijaos, pues estoy de vuelta, y más pronto de lo que yo mismo hubiera esperado.

El miércoles pasado terminé Pokemon Black, no porque el juego fuera corto, sino por que le dediqué bastante tiempo.

Debo decir que me gustó mucho. Esta generación ha hecho avanzar bastante la franquicia y le ha sacado todo el jugo al Nintendo DS.

Pero bueno, creo que medio mundo ha reseñado ya la nueva generación Pokemon, y la mayoría de las reseñas han sido positivas. Si te gusta la franquicia no puedes dejar de jugarlo.

Y dicho esto, pasemos ya a otro tema, que el título de la entrada no es “Pokemon Black”.

Terminé con mi pokemanía el miércoles. ¿Qué hice desde entonces hasta ahora? Bueno, como dediqué tanto tiempo al juego, la verdad me sentía saturado de Pokémon y videojuegos en general, así que aproveché para leer una serie del sello Vertigo (tenía que ser) que me habían recomendado.

Lucifer es un spin-off directo de The Sandman (ver la entrada anterior), sin embargo, el autor no es Neil Gaiman, sino Mark Carey.
Y si bien se nota claramente la diferencia a la hora de contar una historia, es agradable volver a visitar el universo construido por Gaiman, aunque sea desde otra perspectiva.

La verdad además de Lucifer, no he leído nada de este autor. Y ni siquiera tiene una entrada en la Wikipedia en español. Así que no podría decirles mucho de este autor (si, me da flojera revisar la entrada de la Wikipedia en inglés). Pero debo decir que hizo un trabajo excelente en Lucifer.

La única lectura previa necesaria para entender el contexto de la obra, sería probablemente el arco “Estación de Nieblas” de The Sandman (si bien Lucifer también aparece antes brevemente en “Preludios Nocturnos” y cerca del final en “Las benévolas”, me parece).

“Estación de Nieblas” nos cuenta como Luficer se aburre de ser el Señor del Infierno, y simplemente decide dimitir. Expulsa a todos los demonios y condenados del infierno, sin importarle sus destinos, cierra las puertas del mismo, y le entrega las llaves a Sueño (el protagonista de The Sandman) para que el haga lo que quiera con el infierno.

Al final dentro del mismo arco, Sueño termina entregándole el infierno a Duma y Remiel, un par de ángeles al servicio de Dios, para que ellos dirijan el infierno en lugar de Lucifer y en representación del Cielo, o algo así.

Más adelante Lucifer vuelve a hacer una aparición breve en The Sandman, mostrándose como un pianista en un bar-restaurant de su propiedad, con la compañía de Mazikeen, una de las hijas de Lilith (la primera mujer de Adan) quien fuera una fiel sirviente de Lucifer durante su reinado en el infierno.

Desde este punto parte el comic de Lucifer. Varios personajes de The Sandman hacen su aparición a lo largo de la obra, pero es bueno ver que Carey no abusó ni se aprovechó de los personajes más carismáticos creados por Gaiman. De hecho, tomó a varios personajes que solo habían aparecido brevemente o incluso como simples cameos, y los desarrollo hasta darles un lugar importante en el desarrollo de su obra y definirlos (siendo la mencionada Mazikeen, el mayor ejemplo de esto), además claro de personajes completamente nuevos, muy bien desarrollados.

Hay que resaltar que el Lucifer concebido por Neil Gaiman y desarrollado por Carey en esta obra, dista mucho del concepto que muchos tienen de Lucifer, el Primer Caído, el Diablo, el Príncipe de las Mentiras y demás sobrenombres.

De entrada, el pecado de Lucifer no fue propiamente el creerse superior a Dios, sino el no aceptar ser una herramienta del mismo.
Lucifer no luchó por querer ocupar el lugar de Dios. Luchó por querer ser libre de su yugo.
Lucifer se negó a ser una herramienta, a no ser más que una parte de un gran plan que no conocía. No quiso aceptar que era solo una extensión del poder de Dios, en lugar de ser su propio dueño. Y por ello se reveló.

Y Dios no lo hizo caer al Infierno, sino que le ofreció gobernarlo, asegurándole que era el lugar más alejado de su gracia, y que ahí podría ser dueño de su propia voluntad (cosa que resultó ser una mentira; si, Dios engañó al Diablo).

Al final del día, Lucifer no es la personificación de la maldad o las mentiras. Es la personificación de la individualidad y el orgullo personal.

Desde este enfoque, el personaje es realmente atrayente e interesante. Es un tipo astuto, inteligente, egoísta, pero que honra sus promesas y no se doblega ante nadie.

Pero claro, el hecho de que Lucifer no sea la personificación de la maldad, no implica que sea “bueno”. Es el protagonista de la historia, pero al final del día no es un héroe.

Muchas veces, mientras leía Lucifer, me olvidaba por momentos de quien se trataba, hasta que el ex-señor del Infierno realizaba alguna acción extremadamente egoísta y cruel sin siquiera sentir un poco de remordimiento, solo por que ayudaba a sus fines.

Bien, definitivamente Lucifer no es The Sandman. Mientras que la magna obra de Gaiman explora los sueños, las fantasías, las ilusiones, y otras cosas que constituyen la imaginación humana, Lucifer explora la relación entre el hombre y Dios (o dioses), el libre albedrío, la fe, y demás temáticas un poco más delicadas, pero abordadas de excelente manera.

Te encuentras con blasfemias interesantes cada tantas páginas, pero creo que es lo menos que puedes esperar de un comic con ese nombre.

Bueno, creo que eso es todo. Lucifer es una lectura amena y muy recomendable, que aborda al Señor del Infierno desde un ángulo fresco y diferente, lo que lo diferencia con cualquier cosa que hayas leído antes sobre el mismo personaje o cualquier interpretación del mismo.

Y bueno, esperen ansiosos la siguiente entrada. No se cuando la haré ni de qué tratará, pero espérenla. Ansiosamente.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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The Sandman

abril 15, 2011

Bienvenidos de vuelta. Como les medio prometí al final de mi entrada anterior, hoy traigo para ustedes una reseña de la Obra Maestra “The Sandman” de Neil Gaiman.

Pero antes, un importante anuncio. Durante el último par de semanas, el blog ha mantenido un ritmo algo lento, pero sin embargo constante de entradas. Una entrada a la semana me parece suficiente para mantener el blog con vida y que todos estemos contentos.
Sin embargo, fuerzas más allá de mi control han comenzado a operar. Fuerzas que intentan alejarme de leer comics y de escribir reseñas y cuentos. ¿De qué terribles fuerzas se trata?

Simple: Me he hecho de un rom de Pokemon Black Version para emulador de Nintendo DS.
No es un secreto mi terrible adicción a Pokemon, así que no me molesta admitir la verdad; por el próximo par de semanas todos mis esfuerzos van a estar concentrados en jugar a este juego. ¡Hay que atraparlos a todos!

Y bueno, es posible que mientras esto ocurre descuide el blog (y otras cosas). Pero bueno, lo veo del lado positivo; mejor perder muchas horas jugando Pokemon ahora, que cuando por fin entre a la escuela.

No me juzguen. Fin del mensaje.

Ahora si, la reseña prometida.

Primero lo primero. Neil Gaiman, el autor de The Sandman, es un escritor inglés (tanto de comics como de literatura formal) con una bastante larga trayectoria de obras, si bien la que reseño hoy es sin duda su obra cumbre.

The Sandman es un comic del Bendito y Amado subsello Vertigo (que esperemos exista por siempre), de la editorial DC. Como todas las obras del sello, es una obra dirigida a un público adulto, pues tiene un argumento profundo y elaborado.

La obra esta compuesta por 75 números, recopilados en diez volúmenes de extensión variable, cada volumen conteniendo un arco argumental de la obra.

El argumento es el siguiente:
Existen unos seres conocidos como Los Eternos (The Endless). Los Eternos son siete hermanos, y cada uno es la representación antropomórfica de un concepto. La gracia de sus nombres es que en el idioma original de la obra (inglés), el nombre de los siete hermanos comienza con la letra D:
Destiny, Death, Dream, Destruction, Desire, Despair, Delirium.

Que en el idioma de Cervantes son: Destino, Muerte, Sueño, Destrucción, Deseo, Desespero y Delirio.

El protagonista principal de la obra es Sueño (The Sandman es uno de los muchos nombres que recibe, siendo Morfeo, Oniro y un largo etc. ejemplos de otros nombres).
La historia comienza cuando un grupo de hechiceros logran capturar a Sueño y lo mantienen cautivo por medio siglo.
Cuando Sueño por fin logra salir de su cautiverio, han cambiado muchas cosas, tanto en el mundo de la vigilia como en su reino, el reino del sueño donde habitan todos los seres que no son, no fueron y nunca serán. Muchas cosas se han salido de control, y ahora Sueño debe arreglarlo todo para que el equilibrio se recupere.

Esa es la premisa de la obra, pero claro, es algo mucho, mucho más complejo que eso. Los hermanos de Sueño aparecen a lo largo de toda la obra, cada uno con sus peculiaridades, y, pese a su naturaleza, resultan increíblemente humanos.
Con excepción de Deseo, que es un cerdo banal (no en el sentido literal), y Destino, que nunca hace nada de nada (más que leer lo que va a ocurrir en su libro del destino…), todos los demás hermanos de Sueño, y Sueño mismo, son personajes carismáticos y agradables. Hasta queribles, de cierto modo.

Mención especial para Muerte, la mejor de los Eternos. Su forma de ser es tan genial, que solo puedo describirla como en una parte de la propia obra:

“Creo que me enamoré, un poco… Que tontería. Pero me pareció conocerla. Como si fuera mi mejor amiga. Esa persona a la que puedes contar todo, por malo que sea, y que no dejará de quererte, porque te conoce.”

Y no por nada, cuando Sueño no sabía que hacer, siempre podía recurrir a su hermana mayor para que le diera consejo. Muerte de los Eternos es como la novia, hermana, amiga, que todos quisiéramos tener.

Siguiendo con la reseña, es una lectura increíble. Cada número tiene por lo menos una frase épica, que te roba el aliento. E incluso las que no son frases épicas, siguen estando bien construidas; el señor Gaiman sabe escribir, y muy, muy bien.

Cuando ya vas avanzado varios números, te das cuenta de que en la obra nada sucede al azar, y cada acontecimiento, por pequeño que parezca, puede tener repercusiones más adelante; Gaiman lo tiene todo planeado desde el principio.

The Sandman tiene bastante más texto que la mayoría de los comics. Eso en parte tal vez explique por que, a pesar de ser una obra tan buena, tratar de leerla toda de un tirón es bastante complicado; la mayoría de las personas que conozco que la han leído, han coincidido conmigo en que es necesario hacer un pequeño descanso por lo menos entre arco y arco.

Leer The Sandman se siente más como leer un libro de Gran Literatura que un simple comic. Es una de esas obras que sirven para cerrarle la boca a los que se atrevan a decir que ya estamos viejos para leer comics, o que los comics son para lelos impresionables.

La obra es muy completa y aborda variedad de temas, demostrando la amplia cultura de Gaiman, pues varias historias desarrolladas en la obra se sitúan en diversos lugares y épocas, y se apoyan de cuentos y mitos locales (la Bagdad de las 1001 noches, África, el imperio Romano, y un larguísimo etcétera).
La obra también contiene infinidad de mensajes. Yo no los llamaría “moralejas”, pero si que puedes sacar una que otra gran lección en general de la obra. Bueno, por lo menos yo me sentía un poco más listo luego de terminar de leer cada arco. Ja.

Al final, me faltan palabras para terminar de explicar lo genial que me parece la obra.
Creo que ese es el problema de abusar mucho de las expresiones “Genial”, “Excelente”, “Sublime” y parecidas. Cuando encuentras algo que de verdad cabe dentro de esas descripciones, parece que las palabras le quedan cortas.

En resumen, The Sandman es una obra maestra. Con todas las letras. No tiene ningún pero. Tiene todos los elementos para ser tu obra favorita. Ve y consíguela ahora mismo.
Léetela y regocíjate, y agradece el que te la haya recomendado.

Bien, con esto termino la entrada. ¿De que irá la siguiente, y cuando será? Ni maldita idea. Me voy a jugar Pokemon.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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Dead Space 2 y Ace Attorney Series

abril 8, 2011

Se que al final de mi última entrada les prometí un cuento. Pero cambié de opinión. Ja.

Así que vamos a hablar de videojuegos.

Dead Space 2 se estrenó en enero del año en curso. Hace varias lunas hice una reseña pequeña del primer Dead Space y aseguré que jugaría la secuela en cuanto estuviera disponible.

Y aquí estoy, demostrándoles que no todas mis promesas quedan sin cumplir por culpa de cambios de opinión. Je.

Bien, si no recuerdo mal, califiqué al primer Dead Space como un muy buen juego. Pues a su secuela la califico como un juego excelente; juegazo imperdible.

A diferencia del mundo cinematográfico, en el que se tiene el dicho de que “las segundas partes nunca son buenas” (dicho que, tristemente se cumple la mayoría de las veces, particularmente cuando la secuela no se tenía planeada y fue hecha con el único propósito de vivir del éxito de la primera parte), en el mundo de los videojuegos se espera que las secuelas superen a las primeras partes, si bien no en el aspecto argumental, si en la jugabilidad, y que los detalles negativos de la primera entrega sean corregidos.
El “punto en contra” que tienen las secuelas de videojuegos, en la mayoría de los casos, es que la frescura, originalidad o innovación que pudiera haber presentado la primera parte, muchas veces se pierde en la segunda entrega.

Hasta cierto punto, eso podríamos ver en Dead Space 2, pues no hay realmente “innovación” en comparación con el primer juego; podríamos decir que no agrega ningún elemento novedoso al universo videojueguil en general.

Pero vamos, franquicias como Megaman y Mario Bros son la prueba fehaciente de que la innovación puede dejarse de lado si el producto está bien hecho y cumple con su función principal, que es entretener, así que el único punto en contra que le veo a Dead Space 2, puede obviarse sin problemas.

Puntos a favor tiene muchos. Los movimientos del personaje son más fluidos, hay más libertad de movimiento. El modo de juego en gravedad cero fue increíblemente mejorado, pues en lugar de tener que saltar de superficie en superficie como en el primer juego, ahora el personaje cuenta con unos propulsores que le permiten flotar libremente y en todas direcciones en gravedad cero.
El tiempo que el personaje puede sobrevivir en el vacío es mucho más extenso, por lo que las muertes por falta de oxigeno son menos frecuentes y las partes del juego en el vacío son mas extensas.

Muchas veces, en los juegos de disparos, entre una entrega y otra los agregados son tristemente mínimos. Se agregan uno o dos armas nuevas (a veces ni eso), uno o dos enemigos nuevos, y listo, te lo presentan como un juego completamente nuevo.

Bioshock es una de mis franquicias de videojuego favoritas, pero es innegable que eso es lo que hicieron; en la secuela se agregó solamente un tipo nuevo de enemigo común (splicer brute) y tres enemigos especiales (Big Daddy Rumbler, Big Daddy Alpha y Big Sister), y todas las armas no fueron más que versiones potenciadas de las armas del primer título.

Me complace decir que no es el caso con Dead Space 2. Se mantuvieron todas las armas de la primera entrega (mejoradas en varios aspectos), y además se agregaron tres nuevas bastante rudas (sin contar un par que solo se podían obtener preordenando el juego y un arma que se desbloquea luego de terminar el modo “Hardcore”).
Así mismo el stock de enemigos se amplió bastante, agregándose nueve (según mis cuentas) nuevos tipos de enemigos (algunos de los cuales dejan como unos soquetes a los viejos enemigos, con su nivel de dificultad), que realmente mejoran la experiencia del juego y borran cualquier señal de monotonía.

Otro elemento que volvía un poco monótona a la primera entrega eran los escenarios, pues todo el juego se desarrollaba dentro de una nave minera (por lo que todos los pasillos eran prácticamente idénticos). No así en esta secuela, que se desarrolla en una estación espacial y tiene sus zonas de vivienda, de entretenimiento, incluso una iglesia y un jardín de niños (que termina volviéndose bastante jodido, dadas las circunstancias).

Otro aspecto positivo, hay bastantes personajes con los que interactuar; los que jugaron la primera parte recordarán que en el primer Dead Space el protagonista, Isaac Clarke, solo interactuaba con otros dos sobrevivientes y un científico loco. Pues en esta entrega la gama de personajes sobrevivientes y antagónicos es más amplia, afortunadamente.

Otro cambio radical para bien, fue el personaje principal. Sigue siendo Isaac Clarke, el mismo del primer juego, pero con diferencias.
En la primera entrega Isaac no hablaba; esto es bastante común en los videojuegos y suele funcionar bien. Al no ponerle voz, y por lo tanto pensamientos y opinión propia al personaje principal, el jugador vuelca sus propias opiniones y pensamientos en el personaje; pasa a ser el personaje él mismo. Este método ha funcionado de maravilla para personajes como Link de toda la serie The Legend of Zelda, y con todos los personajes principales de los juegos de Pokemon; incluso más recientemente con Jack y Delta de los Bioschock.

Pero siendo sinceros, dada la naturaleza de Dead Space, un protagonista mudo volvía al juego más bien angustiante. Además el hecho de que Isaac no tuviera opinión hacía que los demás personajes desarrollaran todo el diálogo y le dijeran a Isaac que hacer, lo que te daba un sentimiento de ser “el chico de los recados”.

Así que para Dead Space 2, Isaac vuelve, pero esta vez habla, y además, es bad-ass (sin exagerar, es lo más bad-ass que podrás esperar jamás de un ingeniero espacial).
Tiene una gran actitud, y esta vez la gente ya no lo mangonea; el solito se mete en la boca del lobo. Ja.

En resumen Dead Space 2 mejoró todo lo mejorable y más de la primera parte, además de agregar elementos nuevos, todos ellos un completo acierto, y manteniendo los viejos elementos exitosos como las acojonantes atmósferas y las grandes cantidades de ciencia ficción.

Con las cantidades justas de horror (¡y que horror!) y acción (¡y que acción!) es, finalmente, un juego que debe jugarse, sin más.

Y ahora, dando un giro realmente brusco, vamos con la segunda parte de la entrada; Ace Attorney Series.
Esta serie de juegos ya tiene unos cuantos años de existencia, así que esta noticia no es precisamente nueva, pero bueno.
Se trata de varios juegos para la Nintendo DS, que son:

Phoenix Wright Ace Attorney
Phoenix Wright Ace Attorney: Justice for All
Phoenix Wright Ace Attorney: Tribunals and Tribulations
Apollo Justice Ace Attorney

En los tres primeros juegos el protagonista es Phoenix Wright, y en el cuarto es Apollo Justice, lo que explica el cambio de nombre.

¿De que diablos va?

Ace Attorney se traduciría literalmente como “Abogado As”, que no está del todo errado, pues Phoenix Wright es un abogado defensor bastante Pro.

Así es, en la serie Ace Attorney tomamos el lugar de un abogado, y nuestro objetivo es demostrar la inocencia de nuestros clientes, en los casos más enredados y complicados.

Para hacerlo debemos reunir pruebas e interrogar testigos, encontrar las contradicciones en sus declaraciones y desbaratar las teorías del fiscal, a la vez que nosotros mismos nos hacemos una idea de cómo fue verdaderamente cometido el crimen.

Y es que el juego tiene mucho de novela policiaca, con lo de investigar e interrogar, y descubrir como le hizo el verdadero culpable para inculpar a nuestro pobre cliente.

El juego no se parecía a nada que yo hubiera jugado antes, por lo que se me hizo muy divertido y novedoso, y el argumento (que, siendo sinceros, es el punto más fuerte de la saga) es bastante bueno.

El juego tiene varios elementos que te hacen amarlo u odiarlo de un momento a otro.
Por ejemplo, muchas veces no estás completamente seguro de que prueba es necesaria presentar para demostrar una contradicción en la declaración de un testigo (y me he dado cuenta que a veces se debe a discrepancias en la traducción), y se vuelve muy frustrante el casi tener que presentar prueba por prueba, volviéndose la cosa un prueba y error bastante molesto y que te deja con ganas de abandonar el juego por momentos. Pero son la minoría de las veces, pues normalmente puedes deducir que prueba hay que mostrar y cuando, y eso te hace sentir como todo un Pro.

Los personajes son otro elemento que a veces amas y otras veces odias. Algunos personajes son tremendamente carismáticos y cabrones, estando el propio protagonista entre estos (yo lo meto en mi Top 10 de personajes de videojuegos más carismáticos sin dudar; igual y hasta en un Top 5), pero otros personajes resultan ser o los clásicos personajes cliché japoneses que tanto odio, o personajes demasiado exagerados e irreales, con los que simplemente no te puedes identificar a ningún nivel.

Por ejemplo, tenemos a Miles Edgeworth, el fiscal (y por lo tanto rival de Phoenix) en el primer juego de Phoenix Wright. Edgeworth es todo un cabrón, frío y calculador, y que sabe como hacerte sudar durante los juicios, a base de pura astucia.
Y por otro lado, tenemos a uno de estos personajes exagerados; Franzisca von Karma, la fiscal en la segunda entrega de la saga, Justice for All. La muy perra lleva un látigo a la corte, incluso le da de latigazos al juez y nadie le dice nada. Es algo entre desesperante e hilarante; la quisieron hacer ver tan cabrona que termina por ser algo nada creíble.

Al final la serie Ace Attorney es para pensar un rato, divertirte con una buena historia, y ejercitar un poco la lógica. El juego no aspira a más, y no lo necesita.

Y te deja unas tremendas ganas de gritar “¡Objeción!” y exigir pruebas ante cualquier afirmación.

En fin, la misma fórmula se repite en todas las entregas de Ace Attorney, aunque claro, en cada juego los casos son bastante diferentes, así que no te da ninguna sensación de “deja vu” o de que ya se les acabaron las ideas, pero si juegas el primer Phoenix Wright y no te gusta, olvídate de probar las secuelas, pues cojean del mismo pie, por así decirlo (de hecho creo que el primer Ace Attorney es mucho mejor que el segundo, y un poco más Pro que el tercero).

Respecto a Apollo Justice, siento que le bajaron la dificultad a la franquicia, probablemente para hacerlo más accesible; además Apollo es un n00b total.

Es decir, comprendo que al principio del juego es un abogado novato que va apenas a su primer juicio, pero es que pasan los casos y el chavo no mejora; siempre necesita que alguien le eche una mano y le extiendan varias facilidades (como ser amigo de la inspectora de homicidios o que el fiscal sea un bien tipo, o que alguien más le de pistas).
En cambio Phoenix Wright para su segundo caso no tuvo a nadie que le ayudara y tuvo que defenderse a sí mismo por que fue declarado sospechoso del crimen, y el verdadero asesino tenía contactos en el sistema judicial… en fin, Phoenix es todo un Pro (y es de hecho el mentor de Apollo en la nueva entrega, de cierta manera).

Pero bueno, he divagado.

Denle una oportunidad a la serie de Ace Attorney (pero juéguenlo por orden), y definitivamente, jueguen Dead Space 2.

¿Y de que irá la próxima entrada? No puedo asegurarles nada, no quiero volver a fallarles. Pero un par mis lectores se enteraron de que recientemente terminé de leer The Sandman, y me preguntaron si no haría una reseña de esta obra.

Así que probablemente los complazca con dicha reseña. Hasta entonces.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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Pokemon Special / Pokemon Adventures

abril 1, 2011

Tranquilo. Siéntate. Que el título de la entrada no te desconcierte.
Pokemon Especial es un manga, y como deberías saber, yo no recomiendo mangas a lo tonto.

Normalmente comienzo mis reseñas de obras del noveno arte hablando levemente del autor. En este caso el autor de Pokemon Especial es un tal Hidenori Kusaka. Y lo menciono tan despectivamente por que si no conocían Pokemon Especial, seguro que tampoco lo conocían a él. Yo nunca lo había oído nombrar, y según su entrada en la Wikipedia, este manga es su único trabajo (o por lo menos el único que vale la pena mencionar).

Ahora bien, ¿qué tiene de bueno este manga? ¿En donde yace su fuerza y poder, que le confieren los atributos que lo hacen digno de mi agrado?

Por un lado, está basado bastante fielmente en la saga de videojuegos RPG (que, como deberían saber, es donde nació la franquicia).
Incluso el propio creador de Pokemon dijo que el universo retratado en este manga era lo más parecido a lo que se había imaginado cuando ideó el Mundo Pokemon.

Por ejemplo, las capturas del Pokedex son idénticas a las de los videojuegos, el mapa es idéntico al de los juegos también (nada de meter pueblitos inventados en medio de rutas como en el anime).

Ah, si, lo que nos lleva al punto central, de porqué Pokemon Especial es tan, tan bueno.

Es todo lo que el anime no es.

En argumento no se parecen en casi nada.

Así es. Todos esos elementos que hacen al anime de Pokemon una cosa idiota y aburrida, y para retrazados, el manga NO los tiene.
Más bien al contrario. Es como si de alguna manera el manga fuera todo lo opuesto al anime en los aspectos geniales.

Por un lado, hay muchas batallas. Y el clásico choro de “los Pokemon son nuestros amigos, no son herramientas para luchar” y todas esas idioteces que se repiten en el anime cada capítulo, no ocurren en el manga. La idea de los Pokemon es usarlos para caerse a chingadazos, después de todo.

La trama avanza rápida y fluidamente. Los personajes van de una ciudad a otra con relativa rapidez; la clásica escena de los personajes caminando a través de un bosque no la verás nunca en el manga.

No hay un único protagonista. Se hinchan los cojones de ver a ese tarado de Ash en más de diez temporadas, pasando por no se cuantas regiones y ligas (sin ganar ninguna – la liga naranja se la inventaron en el anime). En el manga cada región tiene un grupo de protagonistas diferentes y que en definitiva, no son unos soquetes como el mencionado Ash.

Ahora, un pequeño cuadro comparativo, para extender esta idea:

A Ash casi se lo come un Aerodactyl.
Red (el protagonista de la primera región) se consigue uno, y monta en él. Fuck Yeah.

Ash regalaba a sus Pokémon, o estos nunca evolucionaban, o chorradas así. Vamos que su jodido Bulbasaur y Squirtle nunca evolucionaron los muy bastardos.
En Pokémon Especial, todos (o casi todos) los Pokemon evolucionan a su máximo y nadie nunca los regala. Al contrario, a veces le regalan Pokemon a los personajes.

Misty en el anime era una supuesta líder de gimnasio, pero nunca hizo nada más impresionante que vencer al equipo Rocket, y tenía Pokemon súper apestosos como Goldeen y Staryu.
Misty en el manga tiene un Gyarados que se mide con un Dragonite.

El equipo Rocket en el anime son dos idiotas y un improbable Meowth parlante; el trío de perdedores más lastimoso de la historia de la ficción.
El equipo Rocket en el manga es una organización criminal con muchísimos recursos, tanto así que no solo se encargaron de la creación de Mewtwo, además capturaron a Moltres, Zapdos y Articuno, las tres aves legendarias. Y no tienen un Meowth parlante.

El líder del equipo Rocket, Giovanni, solo aparece para regañar al trío de perdedores en el anime.
En el manga, Giovanni es el último líder de gimnasio al que se enfrenta el protagonista, y es, si me lo preguntan, una de las batallas más épicas y bestiales de la historia de los shonen de peleas; nada que envidiarle a las peleas de Dragon Ball, One Piece, etc.

Y bueno, podría continuarle, pero dejémoslo ahí.

Ah, un bonus:

¿Recuerdan a este molesto bichito? El Togepi que cargaba Misty que nunca hizo nada más que ser lindo y que era extremadamente estúpido y llorón.
Pues también hay un Togepi en el manga:

¡Es jodidamente bad-ass!

Bueno, ya le echamos tierra a esa porquería de anime y mostramos algunos puntos buenos que tiene el manga. Ahora una disertación un poco más profesional de la obra, sin irnos al plano de la comparación.

Pokemon Especial no es la mejor obra jamás escrita. No esperes algo del nivel de 20th Century Boys. Es un shonen, puro y simple. La trama es sencilla y poco enredada. Pero sabe guardarte sorpresas y hacerte delirar con escenas épicas. Cada temporada termina con un ataque combinado o cosas así. Vamos, es vieja escuela, pero se disfruta mucho.
Los personajes son carismáticos, y el hecho de que los cambien cada temporada le da un aire de frescura, haciendo que el efecto “aquí vamos otra vez” dure muy poco, y te adentres de lleno en una nueva aventura.

Que quede claro. Si nunca te gustó Pokemon, no lo leas. Dudo que te guste. Si en su momento viste el anime y te gustó, esto es cien veces mejor.
Si eres fan de toda la vida de la serie de juegos, te va a encantar.

Bueno, el manga se sigue escribiendo. Con cada nueva generación en el juego se escribe un arco nuevo en el manga. Ya lleva más de cuatrocientos capítulos.

Si, suena a mucho, pero yo personalmente me devoré los primeros trescientos capítulos en una semana o así (en serio, hay gente que puede confirmarlo). Como dije, es muy fluido, avanza rápido y es fácil de digerir, por lo que es una de esas lecturas que puedes echarte de una sentada.

En fin, eso es todo. Denle una ojeada a Pokemon Especial, aunque sea para recordar su infancia, cuando les pegó la Pokemanía.

Próximamente, y si no sucede nada extraño. Un cuento.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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20th Century Boys, Bitch!

marzo 24, 2011

Muy bien. ¿Listos para otra entrada?

Si, se que he dejado el blog sin actualizar desde tiempos antiguos (enero), pero la verdad no me interesa explicar los motivos de dicha ausencia.

Así que vamos directo a lo que nos compete, como si nunca me hubiera ido, retomemos desde donde lo dejé.

20th Century Boys es un manga escrito y dibujado por Naoki Urasawa, que se compone de 22 tomos recopilatorios, y que comenzó en 1999.
Pero bueno, eso podían saberlo ustedes viendo la entrada de la Wikipedia al respecto, así que vamos a lo realmente importante.

Considerando que en más de una ocasión he hablado no precisamente maravillas del universo del manga (he dicho en diversas ocasiones que la mayoría de los mangas no son más que copias unos de otros, llenos de personajes cliché y demases), entonces cabría hacerse la pregunta:

¿Qué tiene el manga 20th Century Boys que le hace merecedor de una entrada propia en mi blog, donde yo soy amo y señor?

No es por que no tenga otra cosa sobre la cual hablar, por que considerando mi tiempo de ausencia, hay bastantes comics, libros, mangas y videojuegos que tengo ansias de recomendarles (pero tendrán que esperar a futuras entradas).

Bien, de entrada tomen en cuenta todos los puntos malos que considero que posee el manga promedio. Pues bien, 20th Century Boys no tiene ninguno de estos.

Es, bajo la clasificación de los propios nipones, un “seinen”, osease, un manga para adultos.
Aclaro, no es una obra considerada para adultos por que tenga sangre, sexo, malas palabras, o ese tipo de basura que tienen muchas obras clasificadas como “para adultos”, sino al contrario, es una obra bastante profunda y madura.

Después de todo, “para adultos” y “profundo y maduro” son cosas diferentes.

Pero tampoco es una obra pseudo intelectual, ni está plagada de simbolismos o metáforas, ni es rebuscada o innecesariamente complicada; es decir, no lleva al extremo los términos “profundo y maduro”, sino que los mantiene en un nivel saludable y más que disfrutable.

La obra pertenece al género de ciencia ficción y misterio. El lector capítulo a capítulo se va sumergiendo en una trama atrapante y llena de incógnitas y preguntas sin respuesta, que se van resolviendo conforme la historia se desarrolla, a la vez que nuevas cuestiones son planteadas (la obra cuenta con varios saltos temporales, comienza en 1970 y termina, si no me equivoco, en un hipotético 2018 – lo que significa que el mundo no se termina en el 2012, como dato).

Los personajes son detestables o entrañables según sea el caso, realmente muy bien estructurados y realistas.
Ningún personaje cliché de manga clásico, ni el malo es el clásico malo, ni el bueno es el clásico bueno, y en muchos casos los personajes te dejan ese sentimiento de “yo he conocido a alguien así”, todo lo contrario a los personajes japoneses promedio.

Quiero destacar también otro punto genial en esta obra, que es la gran cantidad de referencias a variedad de elementos de la cultura musical de los años setenta y finales de los sesenta.

Tan solo el título de la obra, 20th Century Boys, viene dado de una canción del mismo nombre del grupo T. Rex. Se hacen referencia a Bob Marley, John Lennon, Jimi Hendrix, Janis Joplin, y demás elementos que dejan muy en claro los gustos musicales del autor, que dicho sea de paso, uno no puede dejar de compartir.

Otros de los elementos más fuertes de la obra; la idea de cómo muchas veces los sueños de infancia se pierden y se olvidan al crecer, el valor de la amistad a lo largo de los años, la inocencia, etc.

Bueno, ¿y el argumento? No quiero echarles a perder la sorpresa de descubrir ustedes mismos todos los giros de esta increíble obra, pero creo que puedo darles un planteamiento sencillo de la obra:

El protagonista de esta historia es Kenji, cuya infancia transcurre a finales de los sesentas en Japón. Kenji es un niño con muchos sueños e imaginación, así que arma una historia, clásico juego de infancia, con todos sus amigos.
Dicha historia trata de cómo una organización malvada trata de destruir el mundo en el año 2000, cometiendo variedad de actos terroristas, y Kenji y sus amigos (que para entonces ya serían adultos, y además, héroes) deben detener a dicho grupo.
Esta historia queda escrita en “El Libro de las Profecías”, un simple cuaderno de Kenji, al que solo tienen acceso el círculo de amigos.
Luego, muchos años después, cuando el año 2000 está muy cerca, aparece una especie de “secta” dirigida por un individuo enmascarado al que solo se le conoce como “Amigo”.
Kenji y sus amigos en efecto ya son todos adultos, pero sus vidas distan mucho de lo que imaginaban cuando niños, pues todos tienen vidas normales y corrientes, y ya no recuerdan sus fantasías de infancia.
Entonces la secta dirigida por “Amigo” comienza a efectuar actos terroristas, y eventualmente, y gracias a varios acontecimientos, Kenji se da cuenta de que dichos atentados son exactamente los que describía “El Libro de las Profecías”, escrito por sus amigos y él mismo.
Al no poder recordar con exactitud todo el contenido del Libro, Kenji trata de reunir a todos sus amigos de la infancia para tratar de poner un alto a los atentados y descubrir quien es en verdad “Amigo” y detenerle.

Bien, esa es la premisa. Y realmente estoy muy tentado de hablar largo y tendido sobre “Amigo”, uno de los villanos más Pro que he tenido el deleite de leer y detestar, y al mismo tiempo admirar. Pero ya saben, no me gustaría aguarles la sorpresa a ustedes.

Espero honestamente que esta entrada haya logrado su objetivo, que es el de convencerles de que hay que echarle un ojo a este manga, una verdadera obra maestra, que tiene que ser tomada muy aparte del manga basura.

Por cierto, 20th Century Boys no es la única obra del señor Urasawa, así que si luego de leer esta obra quedan con ganas de más, podrían echarle un ojo a Monster o Pluto.

Espero comentarios, o algo. Motívenme para no dejar de hacer entradas en el blog, pues.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.
Joder, como echaba de menos usar esa frase.

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¡He vuelto!

enero 19, 2011

He vuelto de la tierra de los muertos para comulgar nuevamente con ustedes, mis fieles lectores, en este espacio de expresión, opinión y todo lo que termine en “ión” y suene cool.

Hace como un mes aproximadamente que no había hecho entradas nuevas en este blog. Algunos, tengo entendido, me dieron por muerto y trataron de interceder por mi alma mediante rezos, cánticos, y hasta sacrificios poco ortodoxos.

Pero no era necesario. He vuelto por mis propios medios, bañado en gracia y gloria divinas, dispuesto a compartir nuevamente mi inconmensurable (e inaplicable) conocimiento con ustedes, los Elegidos (elegidos por ser los únicos que leen mi blog, claro está).

Okay, ya, dejémonos de payasadas. Bueno si, me dejo de payasadas, quiero decir.

Entremos en materia. Comenzaremos esta nueva etapa del blog, luego de mi larga ausencia, y dentro de un nuevo año, explicando por que diablos no me manifesté antes en éste espacio.

No están ustedes para saberlo, ni yo para contarlo, pero soy lo que podría llamarse un pokehardcore.

Claro, cuando la fiebre pokemon llegó a nuestro bonito continente, todos fuimos víctimas de la pokemanía (y el que diga que no, es o por que ya era un anciano cuando ocurrió, o no tuvo infancia, o es un reggaetonero).

Pero la fiebre pasó, ¿cierto? Pokemon ya no ha vuelto a ser tan famoso como en sus inicios.

Ahora, el problema es, que si le preguntas a alguien “¿Qué es Pokemon?” la respuesta que te darán será “Es un anime/caricatura, sobre unos animalejos que pelean”.

Y si, claro, hay un anime de Pokemon (bastante, bastante tonto, infantil, aburrido, y que en resumen puede describirse mediante la expresión FAIL, si me lo preguntan). Pero Pokemon no comenzó siendo un anime, señores, y cualquiera con un poquito de cultura friki o acceso a Wikipedia debería saberlo; Pokemon comenzó como un videojuego.

Siendo más específicos, un RPG. Pues bien, yo jugué Pokemon Red cuando salio para el Game Boy (si, el ladrillito, que si lo jugabas bajo el sol no se veía nada, y los pokes estaban bien deformes), luego jugué el Pokemon Gold en Game Boy Color (cuando la pokemanía ya había disminuido bastante, y todos estaban frustrados porque, cuando por fin habían logrado aprenderse los nombres de los 150 pokemons, les habían salido con la putada de que ahí iban 100 nuevos).

Luego Pokemon Saphire en Game Boy Advance (cuando creí que la franquicia había alcanzado su punto más alto).

Después me robaron mi GBA y me dio pereza (y dolor de codo) comprarme un Nintendo DS, así que decidí que ya había tenido suficiente de Pokemon (si bien luego jugué Pokemon Emerald y Pokemon FireRed en emulador, y logré completar el pokedex –Si, los más de trecientos pokes que había por aquél entonces; les dije que era un pokehardcore –y otros logros del estilo).

Pero hace poco un “amigo de internet” me instó a jugar Pokemon Platinum utilizando un emulador de NDS. Al final la nostalgia pudo más, y decidí “darle una hojeada”.

¡El Horror! Ojala no lo hubiera hecho. Está de más decir que el juego me atrapó por completo.

¿Qué puedo decir? Me declaro culpable, adicto, y con un problema. Muchas horas que pudieron haber sido mejor empleadas fueron gastadas en este fútil entretenimiento.

¿A quien diablos engaño? Me encantó, y lo volvería a hacer (y tal vez lo haga).

Pero si, ese fue uno de los motivos por los cuales dejé este espacio completamente desatendido… pero aún hay más.

Pues fui atacado por más de un frente. Al mismo tiempo que Pokemon Platinum trataba de pudrirme la mente desde la comodidad del monitor de la computadora, en el Xbox360 dos juegos más reclamaban mi atención de manera violenta y constante.

El primero es, me parece por su antigüedad, ya un clásico de la consola. Hablo de Borderlands.

 

Un juego simplemente excelente (aunque aún no lo termino). La idea base es magistral; es un FPS – RPG.

Para los menos entendidos, es un First Person Shooter – Roling Play Game.

Y para los aún menos entendidos, es un juego de disparos en primera persona (como Doom, por citar al papá de todos los FPS) con muchos elementos de los juegos de rol (como Final Fantasy, el más conocido exponente del género).

Es decir, vas por ahí mirando desde la perspectiva del personaje con un arma en mano, pero ganas experiencia cada que matas a un enemigo, subes de nivel (con lo que haces más daño y adquieres nuevas habilidades), compras o consigues mejores armas (cada arma es más o menos efectiva contra algún tipo de enemigo, y algunas armas hacen “daño elemental”), y para avanzar en el juego aceptas misiones que tienes que llevar a cabo dentro de “calabozos”.

En resumen, gran, gran juego. Si te gustan los juegos de disparos y te gustaría ver que tal es un juego de rol, o te gustan los juegos de rol y quieres ver que tal es un juego de disparos, Borderlands es para ti.

Y si como yo, disfrutas mucho de ambos géneros, pues seguro que Borderlands te va a encantar (si no lo has jugado ya, por que igual y soy el último pelele del planeta en descubrir este pedazo de juego).

Ahora, dije que había dos juegos en el Xbox360 que me acosaban y me impedían prestarle la atención debida a esta cúpula de expresión, recomendaciones, comics y zombies (o sea, este blog; no voltees hacia otro lado).

Así que, seguramente estarán pensando “tiene que ser un juego muy bueno, para tener al buen Unfa tan enganchado”.

Pues bien, este segundo juego, NO es un buen juego. Tampoco estoy muy seguro de si deba calificarlo como un mal juego.

Ya explico.

El juego es Record of Agarest War.

 

La premisa del juego es buena. Es un SRPG (Strategy Roling Play Game – Juego de rol estratégico).

Igual, siendo más explicito, es como un juego de rol donde los personajes ganan experiencia, adquieren habilidades, armas, etc. Pero además, las batallas no se llevan a cabo de manera convencional por turnos para atacar, sino que los personajes se mueven en una especia de “tablero” cuadriculado y hay que tomar en cuenta la posición de los personajes propios y enemigos para poder realizar las acciones. Algo así como Final Fantasy conoce El Ajedrez.

Ahora, la idea que hace a ROAW ser tan “particular” es la premisa de que el juego de desarrolla a lo largo de cinco generaciones. Entonces, en cada generación, el protagonista de la historia cambia, siendo el nuevo protagonista el hijo del protagonista de la generación anterior.

Y lo “interesante” es que el jugador decide como será el protagonista de la siguiente generación, pues escoge de entre tres personajes femeninos a la que será la esposa de su protagonista, y de esto dependerán las habilidades del descendiente.

Suena bien, ¿verdad? Muy original y todo.

Si, pero termina siendo otra de esas buenas ideas que acaban estrepitosamente mal. ¿Por qué?

Como ya sabrán todos los aficionados a los RPG, en éste tipo de juegos el argumento, la trama, es parte importantísima, más que en los juegos de cualquier otro género.

Pues la trama en Agarest es demasiado, pero demasiado convencional. Cada uno de los personajes es un personaje cliché de anime de comedia romántica; como que se tomaron muy en serio eso de tener que escoger a la pareja del protagonista… por momentos parece que es uno de esos “juegos de citas” y no un SRPG.
Puedo decir con total sinceridad que, de la primera generación (que es lo que llevo jugado) los personajes que no detesté, me parecieron simplemente indiferentes

No hubo ni un solo personaje verdaderamente carismático, y el argumento es demasiado simplón y trillado, sacado de varios malos animes.

Otro punto en contra: Las gráficas parecen de la generación de consolas anterior, o incluso de NDS; no parece juego de Xbox360 o PS3.

Y entonces dirán “Pero el argumento y las gráficas pueden pasar a segundo plano, si la jugabilidad es buena”.

Y yo estoy completamente de acuerdo con ésta sentencia.

El problema es que la jugabilidad de Agarest tampoco es buena. Claro, tampoco es mala. Es simplemente mediocre, y no aporta nada original al género; incluso llega a ser repetitiva a veces.

Entonces, si el argumento es malón, los personajes apestan, y la jugabilidad es mediocre, ¿qué hago jugándolo?

La respuesta es tan simple como dolorosa. No he encontrado un buen SRPG desde los Final Fantasy Tactics y los Fire Emblem de la época del GBA.

Así que, hasta que encuentre un mejor SRPG, seguiré jugando Agarest.

Pero tampoco es tan terrible.

Si son de aquellas personas a las que les gusta ver cualquier anime, pensando que es bueno por el simple hecho de ser anime, y no parecen darse cuenta de que la mayoría de los personajes de anime son copia de otros personajes, y les gusta ver una que otra “escena ecchi” por que no saben que existe el hentai (o lo que es más, el porno con mujeres de verdad –O lo que es más, las mujeres de verdad), pues bueno, Record of Agarest War sin duda les parecerá un juego épico.

Como yo no encajo en la descripción anterior, me parece mediocre, pero eso es mejor que vivir solo de recuerdos.

(Final Fantasy Tactics… sniff!)

Bueno. En resumen ahí está. Quedé atrapado por los videojuegos este último mes. Y considerando que aún no he terminado ni Borderlands ni ROAW, y que ya me descargué el remake de Pokemon Gold, uno podría pensar que aún sigo atrapado en el vicio de los videojuegos.

Y sin embargo, aquí estoy. ¿El motivo? Sentado, jugando videojuegos, y sin hacer muchas cosas productivas, me sentía como Jabba the Hutt, obeso y poderoso (pero sin esclavas sexuales).

Pero entonces recordé como muere Java y me di cuenta de que estaba llevando mi vida por el mal camino.

Y si, seguiré con los videojuegos, son un vicio más sano que el tabaco o las drogas en general, y hacen menos daño a la mente que la televisión o la iglesia.

Solo que ahora también me haré espacio para otras cosas algo más productivas. Y me mantendré alejado de las esclavas sexuales por más dóciles que puedan parecer.

Espero que hayan disfrutado de éste artículo que marca mi triunfal regreso.

Soy Unfauglith, y que bien se siente poder decir nuevamente:

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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¿La Magia de la Navidad?

diciembre 21, 2010

Bueno, continuamos con la temática navideña (no lo consideren un exceso, tengan en cuenta que esto solo pasa una vez al año).
A continuación un cuento de navidad, cuyo título, siendo honesto, tiene poco que ver con el contenido, pero me gustó ése título y no hay nada que hacerle.

Pero no teman, no se espanten, no va a ser nada cursi, o por lo menos no mucho; nuestro protagonista es el típico antihéroe misantrópico, y seamos honestos, todos amamos por lo menos a algún antihéroe misantrópico. Y si insistes en que no, es que eres un mariquita.

De cualquier manera, solo una pequeña nota: Ninguno de los personajes o situaciones retratados en esta historia están basados en personas o situaciones reales, todo es meramente ficción y el autor (yo) no comparte ni defiende las ideologías del personaje principal o cualquier otro personaje aquí representado (digo, por si a alguien le cabía duda).

Y con esa nota, me deslindo de cualquier reclamo. Aquí va:

 

¿La Magia de la Navidad?

Por fin, había comenzado ésa época del año tan repudiada por Marcos.

La época navideña, que multiplicaba exponencialmente la estupidez y alegría de las personas comunes, para las pulgas de un pequeño gran misántropo como lo era Marcos.

Los primeros indicios de que algo andaba mal se dieron cuando Marcos miraba televisión en el desayuno, y se percató de que lo único que se anunciaban en los cortes comerciales eran juguetes, juguetes, y más juguetes.

Miro con suspicacia en rededor y entonces notó un adorno navideño colgado en la puerta. Dejo su desayuno a medias y entro en la sala con precaución, donde se encontró, como había temido, con unas cajas empolvadas, abiertas, cuyo contenido podía verse desde lejos; adornos navideños y un árbol artificial y de fácil ensamblado.

La madre y la hermana menor de Marcos se ocupaban de sacar los adornos de las cajas, decidiendo donde pondrían cada adorno, aunque Marcos sabía que, no importara cuanta creatividad quisieran imprimirle a la actividad, la casa se vería igual de ridículamente adornada que cada año.

– ¿Ya terminaste de desayunar, hijo? ¿Quieres ayudarnos a adornar la casa? – preguntó la madre de Marcos, con una amigable sonrisa que hacía juego con los adornos.

– Preferiría que no, mamá. ¿Cuánto falta para el 24?

Era del conocimiento público que una vez que Marcos salía de vacaciones se olvidaba completamente de en que día vivía.

– Una semana – respondió su madre, conservando la sonrisa.

– ¿Una semana exacta? ¿O sea, siete días? ¿U ocho? ¿O como?

– Siete días. Entonces, ¿nos ayudas?

– Ya te dije que no. Bueno, voy a salir.

– ¿A dónde vas, con quien y a que hora regresas? – la sonrisa de la madre ya se había borrado.

– Por ahí, con Tania, y hoy mismo.

– ¿Con Tania? ¿Y que pasó con Samantha? – una nueva sonrisa se había dibujado en el rostro de la progenitora, pero esta vez era una sonrisa pícara y cómplice.

– ¿Qué pasó de qué? A Samantha la veo mañana, o no se, otro día.

Samantha era la novia de Marcos. Llevaban dos meses juntos.
Tania era la mejor (y única) amiga de Marcos. Se conocían desde febrero del mismo año.

Marcos nunca lo diría en voz alta, pero Tania era la persona a la que más quería (dejando de lado a su familia, donde el cariño estaba sobreentendido y era obligatorio). Era como un genial amigo hombre, pero el hecho de ser mujer le sumaba muchos puntos.

Marcos era un poco misógino, y no se molestaba en ocultarlo. No es que lo hubieran educado para pensar que las mujeres eran menos o cosa parecida, ni que alguna mujer le hubiera hecho suficiente daño como para que decidiera odiarlas a todas, nada más lejos de la verdad.

Simplemente, a lo largo de sus veintidós años de vida, casi todas las mujeres que había conocido le habían parecido parcial o totalmente estúpidas a niveles desesperantes.
Incluso consideraba un poco estúpidas a su madre, su hermana y a su novia Samantha, aunque siendo justos, consideraba estúpidas a casi todas las personas indistintamente, pero a las mujeres un poco más.

Pero Tania se había encargado de demostrarle, sin proponérselo, que había mujeres inteligentes y geniales, y que incluso eran capaces de comprenderlo.

Marcos había recuperado un poco de fe en la humanidad al conocerla.

No solo tenían muchos gustos en común, además daba gusto ver que una mujer era capaz de sostener un debate con un hombre y dejarlo callado con argumentos sólidos y no con lloriqueos y berrinches dignos de un chiquillo malcriado, como ocurría con la mayoría de las mujeres con las que Marcos discutía.

Además, cosa curiosa, lo mismo que Marcos pensaba de las mujeres, Tania lo pensaba de los hombres. Se lamentaba de que todos eran demasiado estúpidos y tercos, y que sus prioridades estaban organizadas de formas bizarras.

Es de conocimiento común que las mujeres adoran salir con patanes y cabrones (cosa que, como Marcos no se cansaba de señalar, era otra prueba de la estupidez femenina), y como Marcos era un completo patán y un completo cabrón, nunca le había faltado una mujer dispuesta a andar con él, y él nunca se tomaba demasiado tiempo para considerar si una relación podía funcionar o no, por lo que salía de una para entrar a otra más rápido que la luz.

Tania, contrario a lo que podría pensarse en un primer momento, dada su forma de ser, no era para nada fea, más bien al contrario, era bastante atractiva, y a ella tampoco le faltaban pretendientes, aunque a diferencia de Marcos, ella se tomaba el tiempo de decidir si una relación podía o no funcionar, y no se dejaba impresionar por patanes y cabrones.

Así pues, a Tania nunca se le había pasado por la cabeza tener algo con Marcos. Por su lado, Marcos, como todo hombre, claro que consideró poder tener algo con Tania. Sin embargo, al final llegó a la conclusión de que sería contraproducente.

Ya le había pasado que conocía a una chica que parecía ser linda, interesante, de carácter fuerte e independiente, pero cuando comenzaban a andar, la chica en cuestión parecía sufrir un ataque intenso de histeria, melosidad, dependencia y estupidez.

Por lo tanto Marcos descartó la posibilidad de tener algo con Tania, y de ése modo tenían la relación perfecta.

Ése día, por sugerencia de Tania, pasearon por el centro, entraron a un museo (ya que ése día era gratis) y se sentaron a platicar sobre la navidad en una banquita.

Marcos, como era natural, despotricó contra todo; contra Santa Claus, contra los regalos, contra los anuncios, contra los niños, contra los adornos, contra el niñito-dios y de paso contra los reyes magos y el año nuevo.

– Bueno, entonces creo que las ardientes llamas del infierno le esperan a tu regalo – dijo Tania cuando el furioso ataque de Marcos contra la sociedad en general disminuyó en intensidad.

– ¿Qué?

– Si, te había comprado un regalo, solo por el gusto de expresarte mi afecto y cariño, convencida de que la ideología de que es más bonito dar que recibir es una verdad absoluta en esta época del año – explicó Tania, con una sonrisa traviesa y un tono de voz de ésos que no se sabe si son sarcásticos o no.

– ¿Ése es el mejor argumento que se te ocurrió para que deje de maldecir estas asquerosas fiestas? – Marcos miraba a Tania con los ojos entrecerrados y actitud acusadora.

– No, te lo digo en serio, te compré un regalo.

– ¿Por qué?

– Por que somos amigos.

La respuesta de Tania fue natural, y con el tono de voz con el que se le explica algo a una persona bastante lenta de entendimiento.

– ¿No me estás jodiendo con una broma, mujer? – preguntó Marcos.

– Ya te dije que no. Mira, el 24 en la mañana vienes a mi casa y te doy tu regalo, y en serio, no es una broma.

Tania parecía sincera, y realmente no era del tipo que jugara bromas, así que debía ser cierto; ella lo apreciaba de verdad y le iba a hacer un regalo.

Seguramente Samantha también iba a regalarle algo, más porque el contrato de noviazgo así lo indicaba que por otra cosa, y realmente la idea no le emocionaba nada a Marcos, ya que el también tendría que tomarse la molestia de regalarle algo a Samantha. Estúpido contrato de noviazgo.

Pero que Tania fuera a hacerle un regalo, no por cumplir con contrato social alguno, sino por un afecto verdadero, realmente había logrado sacudir el retorcido y ennegrecido corazón de Marcos, que se dio cuenta de lo mucho que quería a Tania y decidió que el también quería regalarle algo.

Al día siguiente Marcos se vio con Samantha, que arrastró al pobre hombre a un centro comercial, donde realizó variedad de innecesarias comprar navideñas para todas sus amigas.

Al día después de ese, Marcos reunió todo el dinero que tenía en su poder y podía gastar sin que aquello significarse sacrificar alguno de sus vicios o costumbres. Reunió un total de quinientos pesos.

No era mucho, pero esperaba que bastase. Según el contrato de noviazgo, el regalo para Samantha debía rondar un precio aproximado de doscientos pesotes; supuso que podía comprarle una bolsa, un peluche, o algo así (ropa y calzado estaban descartados, pues no tenía una maldita idea de las tallas de Samantha, y no pensaba entrar a una tienda de ropa para mujer, de todas maneras).

Luego entonces, tendría trescientos pesos más o menos para comprarle un buen regalo a Tania.

El precio realmente no importaba (siempre y cuando no excediera su presupuesto), no quería comprarle algo caro, sino algo significativo que mostrara lo que sentía, y estaba seguro de poder conseguirlo.

Así pues, se lanzó al centro comercial más grande y lleno de variedad del que tenía conocimiento, en busca de los dos regalos.

Supuso que, para comodidad, sería mejor buscar primero el regalo de Samantha, ya que no tendría que quebrarse mucho la cabeza para conseguir algo que cumpliera íntegramente el contrato de noviazgo, y además, así ya sabría exactamente cuanto podría permitirse gastar para el regalo de Tania.

Entró a una de esas tiendas de regalos donde todo es rosa y está fuertemente iluminado (tanto así que al entrar tuvo que cubrirse los ojos para que no se le dañara la vista) y encontró algo que parecía cumplir cabalmente con todas las exigencias del contrato: una jirafa de peluche asquerosamente tierna (tanto que Marcos estuvo tentado a destruirla). A Samantha le encantaban las jirafas (por alguna razón bizarra e incomprensible), y además el animal de peluche tenía un sombrerito navideño y un corazón bordado en un costado que decía “I love you” dentro del mismo, y que cuando era presionado hacía que la jirafa “cantara” un estúpido villancico que ni siquiera se entendía bien.
Perjuriosamente meloso, todo lo que el peluche representaba era repudiado por Marcos; era el regalo perfecto para Samantha.

El animal de peluche costaba doscientos veinte pesos y unos cuantos centavos. Marcos maldijo a todos los dioses por los veinte pesos y los cuantos centavos extras que tendría que pagar para el regalo, pero convencido de que era el regalo ideal y una oportunidad que no podía dejarse pasar, aceptó estoicamente pagar el precio.

Salio del aberrante establecimiento con la bestia afelpada aferrada en una bolsa negra de plástico, respiro hondo, y ya más tranquilo, se encaminó a la zona del centro comercial donde estaban los locales que tenían mercancía que merecía la pena.

Luego de rodar por varias tiendas de baratijas (que, por cierto, no eran nada baratas) en busca de algún objeto presumiblemente maldito o utilizado para matar a alguien o hacer un ritual satánico, Marcos no tuvo más opción que visitar las tiendas frikis, al no encontrar nada que cumpliera sus exigencias de calidad y precio.

Sin embargo, el destino sonrió a nuestro detestable héroe, pues rondando en una de ésas tiendas de manga y juguetes convertidos en piezas de coleccionista, Marcos encontró una figura que le hizo estremecerse solo de verla.

Se trataba de una figura de Pinhead, personaje central de la saga de películas de Hellraiser.
La figura, a pesar de no ser muy grande, estaba soberbiamente lograda y detallada, y capturaba toda la esencia de tan poderoso y abrumador personaje, tanto así que parecía que los mismísimos Dioses del Dolor hubiesen forjado la figura con sus propias manos, usando su propia sangre plastificada.

Marcos avanzó tembloroso, limpiándose una gota de sudor que escurría por su rostro a pesar del frío, y le dijo al encargado, un regordete que platicaba de anime con otro cliente:

– ¿Cuánto por la figurita esta?

Claro, en condiciones normales, Marcos se habría referido a “la figurita esta” como “la reproducción a escala de Pinhead, la forma antropomórfica del dolor, señor de los cenobitas y sadomasoquista más grande jamás concebido por la enferma mente de Clive Barker”, pero Marcos conocía muy bien como funcionaban las cosas en aquél negocio; si uno demostraba comprender el verdadero valor artístico de una de esas figuritas (es decir, conocer y gustar del personaje que representaban), los encargados podían subirle el precio descaradamente a la figura, a sabiendas de que el interesado pagaría cualquier suma.

Así que Marcos actuó indiferente, como si la figura simplemente le hubiera llamado la atención, pero no supiera nada de ella. Con suerte el encargado picaría el anzuelo y le dejaría la figura en su precio real, y tal vez hasta un poco menos, considerando que los que frecuentaban la tienda eran frikis que no salían de Naruto y ese tipo de basura, y por lo tanto no tendrían interés en una figura como aquella.

– Trecientos.

Fue una respuesta tajante y fulminante, como la que suelen dar los encargados a los clientes que “no saben nada” en ése tipo de tiendas; el gordo había picado el anzuelo.

– ¿Es lo menos? Es que solo traigo doscientos cincuenta.

Luego de un duelo de miradas tal que cualquier cosa en medio de los dos contendientes hubiera caído fulminada, el encargado dijo:

– Doscientos ochenta.

– Hecho.

Marcos cerró el trato antes de que pudiera haber otro cambio de opinión. Tomó la figura y cedió el dinero, y una vez que la transacción quedó terminada y la figura guardada en una bolsa, Marcos se encaminó a la salida a la vez que decía:

– ¡Joder, una figura de Pinhead! Geniaaal.

Al salir giró la cabeza y vio al encargado mirarlo con odio y resentimiento.

Marcos se felicitó por la excelente manera de invertir esos quinientos pesos; por un lado un regalo tan bueno para Samantha le aseguraba ser muy bien recompensado.

Y por el otro, el ejercicio de regalarle algo a Tania por el puro gusto de hacerlo, le hacía bien a la podrida alma de Marcos, que, aunque no lo reconociera, ya entendía un poco el por qué todos los idiotas amaban la navidad.

Los días siguientes pasaron sin grandes incidentes, hasta la noche del 23, en la que Marcos y Samantha fueron al cine y a dar una vuelta, evento que, aunque ninguno de los dos lo dijo explícitamente, se entendía tácitamente que era el momento en el que debían darle al otro su regalo de navidad, como estipulaba el contrato de noviazgo.

Marcos entregó la abominación afelpada en una repulsivamente colorida bolsa de regalo, mientras Samantha le entregó a Marcos una caja de regalo rectangular, de buen tamaño.

Como Marcos había previsto, la jirafa hizo estragos en la débil mente de Samantha, que se arrojó a sus brazos en un extasiado arrebato de felicidad y ése tipo de cosas molestas.

El regalo para Marcos resultaron ser unos zapatos, tal vez ataque indirecto al respecto de que el muchacho siempre andaba con tenis (y con sandalias, cuando hacía mucho calor).

Seguramente ahora Marcos se vería obligado a usarlos cada que saliera con Samantha, y eso lo reventaba bastante, pero no dijo nada; se limitó a sonreír y a agradecerle el regalo (sin molestarse en ocultar el tono sarcástico de su voz).

Por lo menos la promesa de una tarde de pasión en casa de Samantha (un día que sus padres no estuvieran) en el futuro cercano hizo que todo ese bodrio valiera la pena.

Finalmente llegó la prometida mañana del 24. Marcos decidió que, pese a todo, no podía dejar que su imagen de Hijo de Puta se destruyera por culpa del regalo, así que en un acto de rebeldía contra todos los estándares establecidos por la sociedad, no envolvió la figura, sino que la transportó en una bolsa de plástico negra, común y corriente (la misma en la que le habían empacado la jirafa de peluche al comprarla).

Llegó a casa de Tania y tocó la puerta. La madre de ella (que por alguna razón infundamentada consideraba a Marcos “un buen muchacho”) fue quien le abrió la puerta, y lo invitó a pasar, pero en ése momento Tania bajó rápidamente por la escalera y llegó hasta la puerta, y le dijo a su madre que ella atendería a Marcos.

– ¿Qué traes ahí? – fue lo primero que preguntó la chica al estar frente a Marcos, en la entrada de su casa.

Marcos dudó un segundo, se le habían ocurrido varias cosas ingeniosas y maleducadas para decir al entregar el regalo, pero ahora que era el momento de la verdad, las palabras no fluían.

– No pienso dejar que me chantajees emocionalmente. Yo también te compré un regalo – logró articular al fin, extendiéndole el regalo a Tania.

Tania se vio visiblemente sorprendida por aquél hecho, alzó las cejas con incredulidad y tomó la bolsa que Marcos le tendía.

– Más te vale que no sea un chistecito, todavía me acuerdo cuando le regalaste un dildo a… – decía Tania cuando ahogó un gritito de sorpresa al sacar el contenido de la bolsa.

La chica abrió mucho los ojos y soltó un grito de alegría a la vez que se lanzaba sobre Marcos y le daba un fuerte y prolongado abrazo aún con la figura en la mano, a la vez que le agradecía profusamente tan magnífico regalo.

Bien. En ése momento la Magia de la Navidad entró en el corazón de Marcos. Se dio cuenta de que no hallaría mejor regalo en todo el mundo que la reacción de Tania, su júbilo y alegría y muestras de cariño, y que lo que había pagado por la figura había sido en verdad poco, comparado con la alegría que había recibido a cambio. Entendió que todo eso sobre el amor, la unión, la paz, la solidaridad y cosas similares, no eran solo porquería sacada de la manga para ocultar los verdaderos sucios motivos tras la navidad, sino que eran cosas reales y posibles si la humanidad cambiaba su actitud y todos juntos tratábamos de ser mejores.

Todo el resentimiento se esfumó, y Marcos fue una nueva persona, y miró a Tania como a la única persona que alguna vez había amado.

– Ahora, respecto a tu regalo – dijo Tania, una vez que termino de mirar la figura de Pinhead extasiada y que se terminaron los abrazos y agradecimientos.

– Oh si, me carcome la curiosidad, ¿qué tienes para mí? – preguntó Marcos sonriente y lleno de júbilo, esperando con ansias el regalo, no tanto por el deseo material, sino por ver como Tania le expresaba su cariño.

– Es que… bueno… no hay regalo – dijo la chica, evitando la mirada de Marcos y retorciéndose las manos, tremendamente incómoda.

– ¿Cómo que no hay regalo?

– La verdad, eso de que te iba a dar un regalo fue una trampa para ver si la curiosidad o la reciprocidad actuaban sobre ti y conseguía que despertara en ti un poco de espíritu navideño (cosa que creo que sucedió), nunca pensé que fueras a llegar tan lejos como para…

– Está bien. No hay problema.

– ¿En serio? Me siento fatal por esto, en serio. Te juro que te voy a compensar.

– No tienes por que. Esta experiencia me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Ahora me doy cuenta del verdadero significado de la navidad.

– Wow, ni siquiera el señor Scrooge tuvo un cambio tan radical. Feliz Navidad Marcos.

Si bien en un principio no había podido ocultar sus sorpresa y decepción por la noticia, Marcos había estado impasible hasta éste punto de la plática, incluso una tímida sonrisa se había dibujado en su rostro, así que Tania trató de sonreírle también, entre apenada y alegre al ver un cambio tan radical en su amigo.

– Feliz Navidad… ¡UNA CHINGADA! ¡Al carajo! ¡Puedes pudrirte, PERRA, jamás te volveré a hablar en mi puta vida, y espero que te metas esa jodida figura de mierda por el cu…!

FIN

 

Espero que les haya gustado y que me compartan sus opiniones.

Ya no les deseo feliz navidad, por lo menos hasta saber si van a regalarme algo o no, cerdos.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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Navidad

diciembre 17, 2010

Falta una semana o algo así para navidad, y creo que eso es excusa suficiente como para justificar mis deseos de exponer mi opinión sobre dicha festividad.

¿Qué opino sobre la navidad? Bueno, vamos por partes. Originalmente es una festividad propia del cristianismo y todas sus derivaciones.
En el caso específico de mi familia, (y de la mayoría de las familias mexicanas) la religión que se profesa es el catolicismo.

Hablando propiamente, la navidad debería ser una festividad exclusivamente religiosa, que festeja el nacimiento del primer hippie de la historia, Jesucristo, y por lo tanto, debería girar solo en torno a este acontecimiento, y concernir únicamente a los seguidores de éste individuo.

Sin embargo, con el paso de los años, nuestra capitalista y consumista sociedad se ha encargado de convertir el festejo en algo mucho más mundano y vulgar, reduciéndolo todo a intercambios de regalos, adornos, luces, árboles, canciones asquerosas escritas por algún retrasado (llamadas villancicos), todo esto bajo una máscara de supuesto amor universal, cordialidad, paz entre los hombres y entrega desinteresada. Ah, y eso si, cenas de excelente calidad.

Es decir, por un lado es una fiesta religiosa derivada del cristianismo, y yo no profeso ninguna religión de ésas (lo que es más, suelo burlarme de ellas, satirizarlas o simplemente criticar las cortas miras intelectuales de los fanáticos religiosos que hay entre sus filas), y por el otro, es la mejor época de hipocresía y consumismo del año, apoyada en una tradición corrupta, donde ya vemos más a ese cerdo de Santa Claus que al mismísimo recién nacido Jesucristo.

Visto así, para una persona como yo, la navidad debería ser algo nefasto y desagradable, que afortunadamente solo ocurre una vez al año.

Y debería mirar con odio y asco a ésas personas sonrientes y felices que andan por la calle con bolsas de compras llenas de regalos, y escupirle a la cara a aquellos que tuvieran el valor de llegar y desearme feliz navidad, y atacar violentamente a los vejetes vestidos de Santa Claus.

Si, debería hacer todo eso. Hasta suena divertido. El problema, creo yo, es que no soy lo suficientemente amargado, o violento. O que realmente no me importa.

Es una tradición corrupta, si. ¿Y? En el mundo actual en el que vivimos, prácticamente todas las tradiciones lo son. Y creo que deberíamos dar gracias, por que por más que la cultura azteca/mexica me parezca interesante, no creo que hacer sacrificios humanos de manera masiva en días de fiesta sea precisamente mi idea de una tradición que debamos rescatar.

La navidad hace mucho que dejó de ser una festividad religiosa. Creo que hasta los japoneses, en su desquiciada fascinación con occidente, han adoptado la festividad, y hablo de los que ni siquiera profesan algo remotamente parecido al cristianismo.

Por lo tanto el decir “soy agnosta”, “soy ateo” o “soy satánico” no me parece que sean excusas para no festejar la navidad.

Porque, si, yo la festejo. ¿Se ha apoderado de mí el espíritu consumista, acaso?

No, pero veámoslo cronológicamente.

Cuando yo era niño (y me figuro que cuando ustedes también lo eran), esperaba la navidad con impaciencia y emoción. No por festejar el nacimiento de un niñito responsable de la manera en la que llevamos la cuenta de los años, sino por los regalos y las vacaciones en la escuela. Simple y llanamente, y no tiene caso que finjan que no es verdad, por que todos los niños somos iguales. O éramos. Bueno, ustedes entienden. Es ésa edad en la que uno no sabe como disimular su naturaleza egoísta.

Por lo regular, durante la adolescencia temprana uno puede desarrollar cierto fastidio por la navidad. Por muchas razones.
Por ejemplo, tal vez ya hay nuevos primos, sobrinos o hermanos en la familia, que se llevan mejores regalos que tú, o simplemente dejaron de regalarte videojuegos y comenzaron a regalarte calcetines. Además, ya no puedes tener la mala educación propia de un infante de ignorar a los adultos e irte a jugar con tus regalos, así que tienes que convivir con toda la familia y anexos invitados a la celebración, y es posible que muchos de los asistentes te caigan como una patada en el hígado.

Si bien en mi caso personal nunca llegué al punto de decir “odio la navidad”, amargarme o comportarme como un grinch, si llegó a haber un pequeño lapso (tal vez una navidad o dos) en el que la festividad no me emocionaba como antaño, y lo pasaba como un día cualquiera.

Pero bueno, como dije, fue un lapso corto, y mi espíritu navideño ha vuelto para quedarse. La navidad es genial.

Es un día en el que puedes comer como si no hubiera mañana, entregándote a excesos socialmente aceptables y demás desvaríos, y eso sin contar el galante recalentado, evento exclusivo y lleno de deleite.

Si, probablemente la cantidad de regalos que recibes ya no es la misma que cuando eras un niño. Pero ahora se abre un nuevo mundo ante ti. La posibilidad de dar regalos.
Cuando lo haces por las prisas y solo por cumplir con el intercambio o el contrato social/familiar, puede no significar nada para ti más que un gasto necesario.
Pero si regalas algo con convicción, con el deseo de hacer feliz a alguien, y escoges el regalo correcto, una gran sonrisa, un abrazo y un agradecimiento pueden ser de verdad mejor que la vuelta del dinero invertido en el regalo.

Si, se que suena muy cursi, pero es un hecho, lo he vivido. Solo bajo las circunstancias antes descritas es que la frase “Vale más dar que recibir” no suena como una completa idiotez.

La alegría navideña, al igual que la estupidez, es contagiosa. Y eso es algo bueno, o por lo menos yo no conozco a alguien que no disfrute estando alegre. Además, a diferencia de la estupidez, la alegría navideña se agota (y da paso a la amarga cuesta de enero).

Hay muchas cosas navideñas que son tremendamente estúpidas y rayan en lo bizarro, como los villancicos comunes, o los adornos luminosos exagerados y demás actitudes ridículas que solo logran desconcertarnos, en lugar de imbuirnos del espíritu navideño (que podría llamarse también “alegre espíritu del consumo y el desconocimiento de la dignidad).

La clave está en saber vivir el espíritu con estilo. Yo, por ejemplo, desde hace unos días comencé a escuchar con asiduidad “Navidades Soleadas de Ayer y Hoy”, un disco de villancicos navideños en versión rock-surf, de manos del orgullosamente mexicano grupo Lost Acapulco, y “We Wish You a Metal XMas and a Headbanging New Year”, un disco especial hecho en colaboración por varios músicos del metal, dando como resultado el disco de villancicos metaleros definitivo.

Bueno finalmente mi punto es el siguiente: No importa cual es el origen de la navidad. No importa si crees en uno cosa o en otra, o eres de una u otra ideología.

El hecho es el siguiente: Por lo general, somos seres egoístas, mezquinos y desagradables, y disfrutamos siéndolo, por que es nuestra naturaleza. Pero una vez al año, todos los medios de comunicación e información se ponen de acuerdo para bombardearnos con la idea de compartir y querernos (y comprar, comprar mucho), y la mayoría, ya sea por una cosa o por otra, termina por creérselo.

Y, ya sea por que además somos un montón de estúpidos impresionables o fácilmente sugestionables, esa idea de que estas son fechas de paz y comunión se contagia.

Si, lo hago sonar como que somos lo más bajo, social e individualmente hablando, pero el hecho está ahí y es inalterable:

Sea por el motivo que sea, en navidad la felicidad es contagiosa, y nos comportamos un poquito menos asquerosamente que como de costumbre, hasta el grado de casi parecer buenas personas.

No se ustedes, pero creo que sería genial si eso fuera una constante y no solo un suceso de una vez al año.

Así que no seas amargado, y date el gusto de festejar estas fechas como hace el resto de las masas, incluso si las consideras vacías, torcidas, sin fundamento, o detestas a Santa Claus (como yo).

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

Y FELIZ NAVIDAD, INMUNDO ANIMAL.

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diciembre 5, 2010

Normalmente las entradas en éste blog son temáticas.

Pero hoy, luego de un buen rato (como tres minutos) de intensa contemplación interior y meditación, llegué a la conclusión de que, por lo menos en éste momento, no tenía ningún tema que compartir con ustedes, mis queridos lectores, que por si solo pudiera llenar la longitud acostumbrada de mis entradas.

Entonces, se me presentaron dos alternativas; la primera, hacer una entrada mucho más corta de lo que acostumbro, abarcando un solo no muy desarrollable tema. La segunda, hacer una entrada en la que tocara de pasada dos o tres temas.

Si, como acostumbran, ya bajaron al final del texto para ver que tan larga es la entrada (como hacen los malos lectores), sabrán que me decidí por la segunda opción.

Así que, ¿qué hay?

Ayer terminé Dead Space. Es un juego de Xbox 360 que ya tiene bastante tiempo (justo en octubre cumplió dos años), sin embargo, es de esos juegos que son tan buenos que se vuelven atemporales, y por cierto, en enero sale Dead Space 2, que creo que jugaré sin duda.

Pero bueno, ¿de que va? ¿Qué tiene que le haga merecedor de una mención en éste espacio?

Dead Space es lo que pasa si combinas Bioshock (juego épico, por si no le has dado la oportunidad, con una atmosfera opresiva y decadente) con Resident Evil 4 (más que nada por el estilo de disparos en tercera persona) y con Alien: El octavo pasajero, película de Ridley Scott, de cuando los Alien eran un elemento de horror y no de acción.

En el juego tomamos el control de Isaac Clarke (que ya con su nombre, nos demuestra que el titulo es un pequeño gran homenaje a la ciencia ficción: Isaac Asimov y Arthur C. Clarke son dos de los grandes del género, para el que no lo sabía o no había pescado la referencia), un ingeniero espacial. Isaac era parte de una nave de mantenimiento y rescate enviada para establecer comunicación con la USG Ishimura, la más grande nave minera (que es prácticamente una pequeña ciudad, orbitando un planeta lejano).

Sin embargo, apenas el grupo entra en la Ishimura, descubren que el problema no es únicamente el sistema de comunicaciones.

Los horrores a los que nos enfrentamos en éste juego son llamados Necromorphs; son cadáveres humanos de los cuales un parásito extraterrestre toma posesión, convirtiendo dichos cadáveres en criaturas extremadamente bizarras y pesadillescas.

Como dato curioso, los Necromorphs, a diferencia de cualquier otro monstruo o enemigo de juego de disparos, no mueren más rápido si les das a la cabeza, ya que estas criaturas pueden seguir luchando aún sin ella, y disparándoles al cuerpo, las balas que se gastan para poder cargárselos son demasiadas (esto explica porqué pudieron cargarse a la tripulación completa de la nave sin que pudieran oponérseles mucha resistencia). ¿Qué hacer, entonces? Fácil, hay que ir a por las extremidades.

Otro detalle bastante original es que, al ser un ingeniero, Isaac no tiene mucho conocimiento de armas, y de hecho no carga ninguna consigo cuando todo comienza. Así pues, las armas que Isaac utiliza en el juego son futuristas herramientas de minería o reparación propias de su oficio (como cortadoras de minerales) que resultan bastante útiles para amputar extremidades y volar monstruos espaciales en pedazos.

El juego tiene muchos elementos geniales la nave es oscura y opresiva, y se puede luchar o moverse en áreas en gravedad cero, o en el vacío (donde el aire del que Isaac dispone es limitado), e Isaac debe ir de aquí para allá por toda la nave, reestableciendo sistemas dañados para evitar que la nave choque contra el planeta en el que orbita o que una lluvia de asteroides la haga pedazos, o cosas así.

Mención especial para los pocos sobrevivientes que Isaac llega a encontrarse dentro de la nave. ¿Por qué? Por que todos están locos, y muchas veces Isaac solo llega para ver como se suicidan, o algún monstruo se los carga, o cosas peores. Así es la vida.

En resumen, un juego excelente, creo que el que más me ha hecho apretar los dientes por tanta tensión.

Bien, pasemos a otro tema. Verán, he tenido una fantasía recurrente, pero antes de compartirla con ustedes, les explicaré el contexto y el porqué de dicha fantasía (no es sexual, no se asusten).

Si me lo preguntan, el mejor momento que ha tenido Marvel Comics en los últimos años ha sido entre 2006 y 2007. Por un lado, todos los superhéroes se encontraban en la Civil War, una de las mejores historias y argumentos dentro del mundo de los comics escrita por Mark Millar, que llegó a tener tanto impacto que se le nombró fuera del universo comiquero. Por otro lado, simultáneamente disfrutamos Planet Hulk, de la mano de Greg Pak, una de las mejores historias del gigante esmeralda que se hallan escrito alguna vez. Y finalmente, en el frente cósmico, nos deleitamos con Anihilation, mega evento escrito por Keith Giffen, donde varios de los mejores personajes del Marvel cósmico unían fuerzas contra una amenaza de nivel universal.

De hecho, estos tres comics (o mejor dicho, sagas de comics) fueron de los primeros que leí, lo que explicaría fácilmente que me nació el amor hacia los comics y más específicamente hacia Marvel.

Pero seamos sinceros, de ahí en adelante las cosas no han ido tan bien. Si, bueno, no han caído tan bajo como en los noventas, pero las obras y consecuencias que han precedido a estos tres trabajos han dejado mucho que desear.

En fin, a lo que iba. Civil War fue un gran evento y tuvo grandes repercusiones en prácticamente todos los comics de superhéroes a nivel planeta Tierra dentro del universo Marvel.

Algunas repercusiones fueron buenas, otras no tanto, pero hubo una en particular que fue nefasta a niveles que no estoy seguro de poder expresar con adjetivos calificativos convencionales.

Muchos seguramente ya saben a qué quiero llegar, así que no daré muchas vueltas. Durante la Civil War, Spiderman se desenmascaró, mostrándole al mundo que la persona tras la máscara era Peter Parker. Entonces, el Kingpin (ya saben, el gordo ese jefe del crimen de New York, al cual le cambiaron la raza en la película de Daredevil) envía a un asesino a sueldo a que mate a Peter, o en su defecto, a algún miembro de su familia (su tía May, o su esposa Mary Jane).

Bueno, pues el asesino a sueldo logra meterle una bala a la tía May, que queda gravemente herida y además, en coma.

Cosa curiosa. En el universo Marvel pueden construirse máquinas del tiempo, portales a otras dimensiones, naves que surcan el hiperespacio, teletransportadores, formulas que convierten a hombres en monstruos, incluso magia y otras cosas extremadamente fantasiosas y, vaya, maravillosas. Y sin embargo, cuando Peter les pide ayuda a los más grandes científicos y hechiceros del mundo, nadie puede sacarle la bala a la tía May y sacarla del coma.

Vaya cosa. En fin, Cuando parece que a la anciana ya no le queda mucho tiempo, Mephisto (el mismísimo Diablo, Satanás, Lucifer, el Adversario, el Chamuco, dentro del universo Marvel) se aparece a Peter y a Mary Jane y les propone un trato.

El trato es el siguiente: Mephisto hace alguna magia diablosa propia de él, y hace que todo el mundo olvide la identidad secreta de Spiderman, además de que hace que a la tía May nunca le hayan disparado. ¿Qué quiere Mephisto a cambio? Dentro de las reestructuraciones a la realidad que piensa hacer Mephisto, quiere agregar una más: Que Peter y Mary Jane olviden que estuvieron casados alguna vez.

Y bueno, para horror de todos los seguidores arácnidos, la pareja acepta el trato.

El argumento editorial detrás de todo esto, fue que “no se podían escribir buenas historias de un Spiderman casado”, “a todos les gusta más un Spiderman jovial y simplista” y “volver al Spiderman joven, soltero y con problemas de dinero”.

Y es que, antes del terrible Mephistazo, Spiderman era un hombre adulto, rondando sus treinta años, casado con Mary Jane Watson, una supermodelo, viviendo en la Avengers Tower, e impartiendo clases de química en una escuela; un hombre maduro e inteligente.

Francamente, fue una de las mejores etapas del personaje. ¿Cuál era el problema, entonces? Que distaba mucho de ser el muchacho con mala suerte, soltero y en bancarrota que nos presentaban en las películas o en otros medios más comerciales.

Y, bueno, magia. Luego de hacer el trato con Mephisto, Peter despierta en la casa de la tía May, la cual está perfectamente sana, y Peter es un soltero sin dinero y sin hogar.

Claro, en los viejos tiempos, esos eran los elementos recurrentes de Spiderman. Peter Parker, incapaz de mantener una relación y un trabajo debido a su doble vida como Spiderman, sin un quinto en el bolsillo y luchando no solo con Doctor Octopus, sino además con el dilema de conseguir dinero para la renta.

Y si, eran grandes comics y muy buenas historias, y uno podía identificarse con Peter. El problema fue que, por más cambios que pudieran hacer en el entorno de Peter, no podían hacerlo más joven.

Que uno esté soltero y quebrado cuando está en sus veintes es normal. Que uno esté soltero y quebrado cuando está en sus treintas es súper triste y patético.

El par de años subsecuentes fueron oscuros y tristes para los seguidores del personaje. En su intento de hacer parecer a Spiderman mas “jovial” y que los jóvenes pudieran “identificarse con él”, lo volvieron un completo soquete. Los villanos más pelmazos podían darle un mal día. Y su vida como Peter Parker apestaba increíblemente más. Daba tristeza leerlo, y no exagero.

Ahora bien, en circunstancias normales, uno podría simplemente decir “Bueno, fue decisión de los accionistas, de los empresarios, o de quien sea que decide qué va a vender más”, en otras palabras, individuos sin rostro que se alzan muy por encima del plano mortal.

Pero no fue así. Éste mal tiene cara. El comic en el que se lleva a cabo el trato con Mephisto se llama One More Day (Un día más), y el dibujante (y mente maestra detrás) de la misma, fue Joe Quesada, el mismísimo editor en jefe de la editorial.

Joe fue el que habló con la prensa de comics al respecto del proyecto, diciendo estar “muy emocionado” y convencido de que “sería un cambio para mejor”.

Damas y Caballeros, el mal tiene nombre, y su nombre es Joe Quesada (siempre quise decir algo así).

Hay pocas cosas que yo odio o detesto en éste mundo. Ya lo he dicho, cuando algo no me gusta, simplemente lo castigo con el cruel látigo de la indiferencia. Pero cuando mencionan a Quesada o leo un comic de esa triste etapa, no puedo evitar que una ola de resentimiento recorra mi ser.

Pequeña nota: Durante el año en curso que ya está por terminar, las historias arácnidas mejoraron bastante, y vuelvo a leer Spiderman con gusto, aunque tristemente Peter y Mary Jane siguen separados, y parece que así se mantendrán.

En fin. Todo esto comenzó por que iba a hablarles de una fantasía mía. Creo que me desvié mucho del tema.

Pero ahora creo también que la entenderán. Va de lo siguiente:

Las oficinas de la editorial Marvel. Joe Quesada hojeando algunos trabajos de Jeph Loeb (el escritor de fiascos tan grandes como Red Hulk y Ultimatum) y diciendo: “¡Loeb, con éste comic matas a varios personajes increíblemente importantes y revives a otros de maneras completamente absurdas y sin sentido, además de ignorar completamente la continuidad! ¡Me encanta, será el próximo gran evento Marvel!”

Y entonces se abre la puerta de su oficina y entra Stan “The Man” Lee (y de fondo se escuchan aplausos y aclamaciones).

Quesada saluda a Stan y le ofrece que tome asiento frente a él, a la vez que le pregunta a que ha ido a visitar las oficinas.

Stan, sin tomar asiento, le responde que, después de muchos años alejado de los comics, se digno a leer un comic de Spiderman, específicamente un post-One More Day. Y que le pareció extremadamente asqueroso y repugnante. Y que, por el poder que le concede el ser Stan Lee, destituye a Quesada de su puesto para tomarlo él. Y agrega un: “Ahora ve a traerme una torta, hijo” (bien, seguramente en realidad Stan pediría un hot-dog o algo sí, pero vamos, es mi fantasía).

Quesada sale obediente de la oficina, tratando de aguantarse las lágrimas. Luego Stan se sienta en la silla de editor y toma los trabajos de Loeb y les echa un vistazo.

Tras lo cual le restriega los escritos a Loeb en la cara y lo tira de la silla.

Luego Stan sale al pasillo, donde están varios escritores, y pregunta: “¿A quienes de ustedes Quesada no les ha aceptado sus trabajos por estar bien escritos y contener desarrollo de sus personajes?”

Varios escritores alzan la mano, y Stan les dice: “Ustedes son los nuevos escritores de las series importantes de la editorial. Respecto a los favoritos de Quesada, están despedidos. Pero si quieren puedo recontratarlos como asistentes personales de los escritores que sí son geniales”.

Y la fantasía termina algo así:

Si, se que hay muchas cosas que no cuadran. Por ejemplo, es dudoso que Stan se indignara al leer un comic de Spiderman y fuera a reclamar a la editorial. Pero, vamos, por algo es una fantasía. Dudo que llegue a suceder alguna vez. Pero me reí mucho al imaginarlo. Y nada, quería compartirlo con ustedes, por que soñar no cuesta nada.

Bueno, como siempre me pasa, comencé a escribir pensando en que no me extendería mucho, pero terminé haciendo un texto bastante extenso. Creo que me proyecté un poco con lo de Spiderman. Pero tenía que expresar el sentimiento, o éste terminaría por consumirme.

Como sea, jueguen Dead Space, lean Spiderman, odien a Quesada y no dejen de seguir éste blog.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.

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De Halloween, Día De Muertos, y un cuento.

noviembre 1, 2010

Siéntanse como en su casa, pasen y tomen asiento junto a la chimenea (imaginaria) para la entrada de hoy.

¿Qué tenemos ésta ocasión? Un cuento alusivo al Día De Muertos, ni más ni menos. En caso de que tú, que estás leyendo esto, no sepas que es el Día De Muertos (por que, claro, ya saben, este blog es leído por gente de diversos países…) pues te invito a que le des una leída al artículo de Wikipedia, que lo explica bastante bien (no olviden persignarse y dar gracias, luego de leer el artículo).

Como sea, lean el cuento y luego vuelvo con ustedes.

El Mejor Día de mi Finada Vida

Me levanto al caer el sol, y salgo. Comienzo a recorrer el lugar como todas las noches, a pesar de que conozco cada palmo de éste sitio, que se ha convertido en mi hogar de manera permanente.

Durante mi recorrido, me encuentro de nuevo con el vigilante, que se me queda mirando atentamente, como cada vez que nuestros caminos se cruzan. Yo entonces saludo de la manera más cordial que puedo, alzando la mano en señal de reconocimiento. El hombre hace lo mismo devolviéndome el saludo, y como si el asunto ya estuviera resuelto, deja de mirarme, y comienza a caminar en dirección a su casita, seguramente en busca de su confiable botella de licor.

No puedo dejar de preguntarme que pensará el vigilante. ¿Creerá que está loco? ¿O que ha bebido mucho? ¿O tal vez piense que tiene un don?

Lo ignoro, pero sea lo que sea, hay que darle mérito. Es el único que puede verme, y reacciona bastante bien ante eso.

Mi nombre es Daniel Orozco, y morí hace tres años.

Tenía diecisiete años cuanto ocurrió. Me atropellaron. El conductor ni siquiera iba conduciendo en estado de ebriedad, o cansado, según pude escuchar después. Y tampoco fue mi culpa, por que yo estaba sobre la banqueta. La verdad no recuerdo mucho del fatídico último momento. Solo sentí el golpe, y luego ya no sentí nada. Aún podía ver, pero no podía mover los ojos, ni ninguna parte de mi cuerpo. Y luego, cuando se me declaró muerto, alguien se encargó de cerrarme los ojos y echarme encima una manta, y todo se volvió oscuridad.

Pero aún podía escuchar lo que decían.

La conversación de los hombres que me llevaban a algún lugar (la verdad nunca supe a donde se llevaban un cadáver en una situación como la mía), y luego el llanto desconsolado de mi madre cuando ella y mi padre fueron a dicho lugar a reconocer mi cuerpo. Escuché también al hombre de la funeraria encargado de poner presentable mi cuerpo para mi funeral. Recuerdo que, en muchas películas, solían presentar a dicho sujeto como un tío introvertido que se ponía a platicar con los muertos mientras los preparaba. Me habría gustado que hubiera sido así. En lugar de eso, era solo un tío que disfrutaba de explicar para sí mismo cada paso, cosas del tipo “Y hacemos una incisión aquí, y luego le metemos éste relleno para…”

Fue muy textual, incluso en la oscuridad en la que me encontraba, pude imaginarme los procesos a los que sometía mi cuerpo paso a paso.

Y luego mi funeral. Solo escuché gente llorando, luego las clásicas condolencias para mis padres, repetidas una y otra vez hasta el hartazgo por cada una de las personas que llegaban al lugar.

Después llegó un padrecito y hubo una misa. Dios, como me aburrí.

Y finalmente me llevaron al que sería mi lugar de descanso final. Terminé por escuchar solamente los golpes de tierra que caían sobre mi ataúd, cada golpe menos ruidoso que el anterior, hasta que dejé de escucharlo por completo.

Y ahí termina la experiencia. Completamente solo con mis pensamientos, con todos mis sentidos muertos, solo una mente abandonada en la completa negrura.

Y luego de un tiempo que me pareció eterno, brilló una portentosa luz frente a mí.

Y ahí estaban, frente a mí, todos mis seres queridos, tanto los vivos, como los muertos, como los que hacía mucho tiempo no veía. Y todos extendían sus manos hacia mí, con una sonrisa, diciendo que fuera con ellos.

Pero me negué. Era una mentira. No podían estar todos ellos juntos. Incluso si lo que me ofrecían era el gozo eterno, ¿cómo podría aceptarlo sabiendo que aquellas personas eran una mentira, una ilusión?

Le dí la espalda a la luz. Y la luz se apagó, y no volvió a brillar nunca más.

Creo que me precipité. Vivir una mentira era sin duda mejor que la oscuridad y el olvido. Pero entonces, al querer salir de la oscuridad, sentí como si subiera, y terminé haciéndolo de verdad.

Y ahí estaba yo, en el cementerio, sobre mi propia tumba, pero mi cuerpo aún seguía en su ataúd. Me había convertido en un fantasma, en un alma en pena.

Desde aquél día, lo único que he podido hacer ha sido vagar dentro de éste mismo cementerio (que, para mis pulgas, ni siquiera es muy grande), sin ser capaz de salir del mismo, y con el vigilante nocturno como la única persona que puede verme.

Intento hablar, pero no escucho mi propia voz. Ni yo, ni nadie. Tampoco puedo tocar las cosas, simplemente es como si no estuviera; ni siquiera puedo hacer que la gente se estremezca o sienta escalofríos como en las pelis.

¿Pueden imaginarse tres años sin comer, dormir, respirar, sentir, hablar?

Es por lo que yo he pasado. Ya más entrada la noche, ensimismado en recordar mi anterior vida, penando como solo un alma en mi condición, algo sucede.

Miro alrededor, la luna brilla en el cielo iluminando el cementerio, y a mi alrededor multitud de figuras comienzan a levantarse. Por fin ha llegado ésa época del año.

Los espíritus de los muertos comienzan a salir de sus tumbas, y de ahí hacia las puertas del cementerio, que a diferencia de mí, atraviesan con facilidad.

Ya es 2 de Noviembre.

Obviamente, nadie puede verlos (el vigilante, para su fortuna, ha caído víctima del sopor alcohólico), y, si lo que dicta la tradición es verídico, van a las casas de sus familiares, a disfrutar de la comida de las ofrendas. Éste es el tercer Día de Muertos que presencio desde mi muerte. Recuerdo que la primera vez me sorprendió mucho ver a todos los muertos levantándose de sus tumbas, y en su momento no entendí la situación (pues ninguno contestó a mis preguntas, todos avanzaban implacablemente hacia las salidas del cementerio, ignorándome como lo haría un vivo), hasta que reparé en los arreglos de flor de cempaxochitl y demás cosas típicas de la celebración colocadas en el cementerio por parte de las pocas personas que aún tienen tanta consideración para con sus muertos como para hacerles esos detalles.

Pero de cualquier manera, no puedo hacer más que mirarlos con envidia, pues ellos tienen algún sitio al que ir, familiares que aún los recuerdan.

No digo que mis padres no me recuerden, pero simplemente ellos son gente ocupada; nunca tuvieron tiempo para poner una ofrenda de Día De Muertos cuando yo estaba vivo, y mi muerte no parece haber cambiado mucho la forma en la que las cosas funcionan en aquella casa.

Es curioso el fenómeno de ver a los muertos abandonar sus tumbas. Por lo que puedo entender, dado que estoy aquí solo la mayor parte del año, a diferencia de mí, ellos si aceptaron lo que les ofrecía la luz.

Y sin embargo, siguen aquí. ¿Por qué? Tal vez yo tuve razón, y la luz no es más que una ilusión. No hay cielo ni infierno, y la luz solo sirve para acallar su dolor y pesar por haber dejado el mundo de los vivos. Todos estamos aquí, la única diferencia es que yo lo sé.

Y una vez al año, ellos despiertan de sus mundos de fantasía y tienen permiso de salir. Permiso que tal vez yo también tendría, si tuviera a donde ir.

Me encuentro cavilando sobre esos deprimentes hechos, cuando algo me llama la atención. Una brillante y lejana luz, de más allá del cementerio. La luz me atrae como si yo fuera un mosquito, avanzo hacía ella, y, para mi propia sorpresa, ya he salido de los terrenos del cementerio, sin darme cuenta.

Y entonces comprendo que esa luz es solo para mí, para que yo la siga.

Y eso hago. Desde que morí no he tenido mucha noción del tiempo, probablemente por que no tengo un reloj o algo así (de hecho, si ahora se que llevo tres años muerto, es por los Días De Muertos que he pasado); de cualquier manera sigo la luz un tiempo indeterminado, y para cuando por fin estoy tan cerca de su origen que solo veo su intenso color blanco), me doy cuenta de que no solo he dejado atrás el cementerio que me encadenaba, sino la ciudad misma.

Estoy en una zona más o menos rural, en lo que parece ser un pueblito, que, a mitad de la noche como estamos, no me suena de nada.

La luz me lleva finalmente hasta una casa, y una vez que entro en ésta, la luz se apaga, pues ya ha cumplido su objetivo. Frente a mí hay una ofrenda de Día De Muertos.

Me acerco a examinarla, hay veladoras, arreglos florales, aserrín, frutas varias, calaveritas de azúcar y demás dulces, vasos de agua, una botella de tequila, una hoya con mole, tamales, tortillas…

Y entre todas esas cosas, algunas fotografías. Les hecho un vistazo, algunas me parecen familiares, otras definitivamente no las ubico, y entonces veo un par que aclaran todo el asunto.

Una es de mi difunto abuelo Diego (con quien me llevé muy bien, y murió uno o dos años antes que yo), y la otra es la mía propia, aunque es una foto de cuando todavía era un puberito imberbe de unos doce años.

La habitación está iluminada solo por las velas de la ofrenda, pero entonces alguien enciende el interruptor de la luz y entran dos mujeres, madre e hija. En principio me cuesta un poco reconocerlas como mi tía y mi prima; hace años que no las veía (y eso sin contar mis tres años de muerto).

– Todavía me cuesta creer que tu primo Daniel haya muerto – comenta mi tía, echándole una mirada a mi fotografía.

– Lo que yo no puedo creer – responde mi prima, con tono indignado – es que apenas nos hayamos enterado. ¡Fue hace tres años! Si mis tíos no deciden venir a los quince años de Carmencita, ni nos hubiéramos enterado.

– No los culpes, supongo que tenían mucho en que pensar, además, más vale tarde que nunca.

– ¿Crees que ellos también le pongan su ofrenda allá en la capital?

– No sé, mijita, ya vez que allá en la capital todos andan bien apurados.

Mi tía fue y rebusco algo en uno de los muebles de la habitación, y una vez encontró lo que estaba buscando, ella y mi prima salieron nuevamente, apagando la luz tras de sí.

El misterio estaba resuelto. De verdad me sentía muy agradecido con ellas; tener un lugar al cual ir más allá del cementerio, aunque fuera solo una vez al año, era realmente agradable, así como también lo era estar cerca de personas que habías conocido en vida mientras estas seguían su rutina diaria, no como en el cementerio, donde los visitantes eran muy pocos y siempre cargaban con una actitud reverencial.

En fin. Volví a posar mi atención sobre la ofrenda. Técnicamente, si la tradición era cierta, como hasta ahora había demostrado serlo, debería poder comerme la “esencia” de la comida que estaba en la ofrenda, y considerando que no había comido nada desde mi muerte, aquello sonaba bastante agradable.

– ¡Alto ahí, bribón! – escuché a mis espaldas, y me giré espantado.

Por un momento no pude creer lo que veía; era mi abuelo Diego.

– ¡Abuelo! – grité, sin poder contener mi felicidad, tanto de verlo, como del hecho de que a diferencia de los vivos e incluso los demás difuntos, el sí había reparado en mí, y que además, mi voz se había escuchado (parte de la magia del Día De Muertos, imagino); el primer cruce de palabras que tenía con otro ser desde mi muerte.

– ¿Abuelo? ¡Daniel! ¿Pero cuándo, cómo? Si todavía estabas muy joven…

– Un año o poco más después de ti, abuelo. Un accidente.

– ¿Un año después de mí? ¿Y por qué hasta ahora te apareces, muchacho?

– Parece que mis padres se habían olvidado de mencionárselo a la tía Ramona.

– Ya, ya. Bueno, pues te diré qué. Parece que somos los primeros, así que hay que aprovechar. Tus tíos tienen muy buena intención, pero me temo que no ponen comida suficiente para dejarnos satisfechos a todos (y hasta eso da gracias que los niños que vinieron ayer comieron poco y en su mayoría solo dulces). Así que nos dividimos la ofrenda, tu esta mitad, y yo esta otra – su mitad, naturalmente, es la que tiene el mole y el tequila, mientras la mía tiene en su mayoría, fruta y agua.

– No seas mezquino, abuelo, éste es mi primer año.

– Soy Orozco – respondió el abuelo. – Cuando como no conozco.

Soltamos una alegre carcajada; por primera vez desde mi muerte, me sentí vivo.

Al final el abuelo accedió a compartir el mole, pero no el tequila. No puedo describir la sensación de comer.

Simplemente por que ustedes ya la conocen. No se sintió nada mágico ni irreal, fue como comer, solamente. Pero considerando que llevaba tres años sin probar bocado, aquella fue una experiencia divina.

Cuando ya llevábamos un rato llenándonos los buches, llegaron otro grupo de espíritus de familiares que seguramente yo no había conocido, que al grito de “¡avorazados!”, “¡come solos!”, “¡hambreados!” y similares, nos expulsaron de la ofrenda para servirse ellos. El abuelo y yo ya habíamos comido bastante, probablemente casi la mitad de la ofrenda, así que no nos importó.

Pasamos el resto de la velada y el día conversando entre todos los familiares difuntos (algunos, de tres o hasta cuatro generaciones anteriores a la mía), y husmeando por la casa de los tíos, entreteniéndonos viéndolos hacer actividades cotidianas u otros ritos de Día De Muertos; todo en un ambiente muy alegre.

Al final, cuando comenzó a oscurecer, comenzamos a dispersarnos; cada uno debíamos volver a nuestro lugar de descanso (en mi caso, de pena).

Así, terminó el Día De Muertos. ¿Y que puedo decir al respecto? Hay muchos países en los que no lo festejan, en los que olvidan a sus muertos o solo son capaces de recordarlos con pesar y tristeza. Durante mi vida me quejé mucho de haber nacido en éste tercermundista país, pero ahora me alegro, pues tengo la oportunidad de volver a visitarlo una vez al año.

Ahora mi única preocupación es que la tradición se pierda, pues si llegara a suceder, me quedaría varado en éste aburrido cementerio por mucho, mucho tiempo.

Pero tengo fe en que a mi tía, y luego a mi prima, aún les quedan muchos años de vida, así que aún puedo disfrutar de la única celebración que nos queda a nosotros los no tan olvidados.

Hoy ha sido el mejor día de mi finada vida.

FIN

Bueno, espero que les haya gustado. Seguramente algunas partes del relato no embonaron bien en la tradición y otras fueron obviamente sacadas solamente de mi manga, pero bueno, fue el primer cuento que tuve que terminar con fecha de entrega, por decirlo de algún modo.

En cada entrada les digo que me den su opinión sobre lo que acaban de leer, y éste no es la excepción.

Ahora, antes de irme, unas palabras sobre Halloween y Día De Muertos, que es lo que promete el título de la entrada.

Tranquilos, no pienso satanizar el Halloween como muchos defensores de las tradiciones nacionales. De hecho, considerando que hace poco forme parte de la Zombie Walk, decir que un evento como el Halloween no es divertido sería ser hipócrita. Es verdad que es una costumbre venida de otras tierras, pero bueno, todo es parte de la globalización y todo eso, no tiene nada de malo.

La gente se queja de que por las calles ve a niños disfrazados pidiendo dulces, que los niños participan más entusiastamente del Halloween que del Día De Muertos, y que por eso la tradición está en peligro mortal de desaparecer.

Bueno, les tengo noticias. Los niños al final del día son reflejo de los padres, y hacen lo que éstos les inculcan. La mejor forma de mantener la tradición no es quejándote, sino predicando con el ejemplo. Y es que estoy casi seguro de que muchos de los que se quejan igual y ni siquiera han puesto o van a poner una ofrenda en su casa.

Yo ya puse la mía, por si preguntan. Bastante humilde, pero ahí está.

El Halloween es divertido, como ya dije. Pero el Día De Muertos es una tradición muy bonita, y no lo digo solo por que es “nuestra”, ya que incluso si fuera inherente a cualquier otra cultura que no fuera la nuestra, la exaltaría de igual manera; es una buena fecha para recordar bien a nuestros seres queridos que ya se han ido, pero que nos dejaron muchas cosas, así como bromear y amigarnos un poco con aquella figura ineludible, que inevitablemente llegaremos a encontrarnos en algún momento de nuestra existencia y al final de nuestra residencia en éste plano; la Muerte.

En fin, el muerto al pozo, y el vivo al gozo, y recuerden, niños, calaveras, no calabazas.

Es un mundo extraño. Mantengámoslo así.